View all technologies

Ciudades inteligentes

¿Qué son las ciudades inteligentes?

Las ciudades inteligentes pueden tomar muchas formas, pero en general aprovechan las tecnologías digitales como la inteligencia artificial (IA) y la Internet de las Cosas (IdC) para mejorar la vida urbana. Las tecnologías y la recolección de datos que sostienen a estas ciudades tienen el potencial para automatizar y mejorar el suministro de servicios, fortalecer la preparación para los desastres, impulsar la conectividad y mejorar la participación ciudadana. Pero si las ciudades inteligentes se implementan sin transparencia y respeto por el imperio de la ley, corren el riesgo de erosionar las buenas normas de gobernanza, minar la privacidad y extinguir la libre expresión.

¿Cómo funcionan las ciudades inteligentes?

La luz solar ilumina un mercado al anochecer en Msimba, Tanzania. Las ciudades inteligentes integran la tecnología con la infraestructura ya existente para recoger datos y optimizar el uso de los recursos. Crédito de la fotografía: Jake Lyell.
La luz solar ilumina un mercado al anochecer en Msimba, Tanzania. Las ciudades inteligentes integran la tecnología con la infraestructura ya existente para recoger datos y optimizar el uso de los recursos. Crédito de la fotografía: Jake Lyell.

Las ciudades inteligentes integran la tecnología con la infraestructura nueva y la ya existente —como carreteras, aeropuertos, edificios municipales y a veces hasta residencias privadas— para optimizar la asignación de recursos, evaluar las necesidades de mantenimiento y monitorear la seguridad ciudadana. El término “ciudad inteligente” no se refiere a una única tecnología, sino más bien a múltiples que operan juntas para mejorar la habitabilidad de una zona urbana. No hay una lista oficial de las tecnologías que una ciudad necesita para implementar lo que se considera “inteligente”. Pero una de estas ciudades sí requiere de planificación urbana, lo que incluye una estrategia de crecimiento administrada por el gobierno local, con una contribución significativa del sector privado.

Los datos constituyen el meollo de la ciudad inteligente

Las ciudades inteligentes por lo general dependen de un procesamiento de datos en tiempo real y de herramientas de visualización que informen la toma de decisiones. Esto usualmente quiere decir recoger y analizar datos tomados por sensores inteligentes instalados por toda la ciudad y conectados a través de la Internet de las Cosas para abordar problemas como el tráfico vehicular, la contaminación del aire, el manejo de desechos y la seguridad física.

La recolección de datos en las ciudades inteligentes también brinda un mecanismo de retroalimentación con que fortalecer la relación entre la ciudadanía y el gobierno local cuando le acompañan medidas de transparencia, como hacer pública la información referida a los presupuestos oficiales y la asignación de recursos. Sin embargo, el mal uso dado a los datos personales sensibles podría alienar a los ciudadanos y reducir la confianza. Una estrategia de manejo de datos detallada y que respete los derechos, podría ayudar a asegurar que los ciudadanos entiendan (y consientan a) cómo se recogen sus datos, se les procesa y guarda, y cómo se les usará en beneficio de la comunidad.

Toda ciudad inteligente es diferente

Las ciudades son extremadamente diversas y la implementación de las ciudades inteligentes variará dependiendo de la ubicación, las prioridades, los recursos y las capacidades. Algunas de ellas se construyen superponiendo las TIC sobre la infraestructura ya existente, como en Nairobi, en tanto que otras son construidas “a partir de cero”, como Konza, el “Silicon Valley” de Kenia. Además del desarrollo tecnológico, otros elementos no digitales de las ciudades inteligentes son las mejoras en las viviendas, una mejor capacidad de caminar, la creación de nuevos parques, la preservación de la vida silvestre, etc. En última instancia, el énfasis en una mejor gobernanza y sostenibilidad puede generar mejores resultados para los ciudadanos que un enfoque explícito en la tecnología, la digitalización y el crecimiento.

Las ciudades inteligentes en los países en vías de desarrollo enfrentan singulares retos legales, reguladores y socioeconómicos.

Ejes impulsores del desarrollo de una ciudad inteligente en los países en vías de desarrollo

  • Capacidad de financiamiento del gobierno
  • Entorno regulador en que los ciudadanos e inversionistas confían
  • Disponibilidad de tecnología e infraestructura
  • Capital humano
  • Estabilidad en el desarrollo económico
  • Compromiso y participación ciudadanos activos
  • Transferencia de conocimientos y participación del sector privado
  • Un ecosistema que promueve la innovación y el aprendizaje

Barreras para el desarrollo de una ciudad inteligente en los países en vías de desarrollo

  • Limitaciones presupuestarias y cuestiones de financiamiento
  • Falta de inversión en infraestructura básica
  • Falta de disponibilidad de infraestructura relacionada con la tecnología
  • Autoridad fragmentada
  • Falta de marcos de gobernanza y salvaguardas reguladoras
  • Falta de capital humano calificado
  • Problemas medioambientales
  • Falta de participación ciudadana
  • Analfabetismo tecnológico y déficit de conocimientos

Niños jugando en la plaza Limonade, Haití. Los proyectos de ciudad inteligente pueden mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Crédito de la fotografía: Kendra Helmer/USAID.
Children playing at Limonade plaza, Haiti. Smart city projects can improve the quality of life for citizens. Photo credit: Kendra Helmer/USAID.

El desarrollo de una ciudad inteligente que realmente beneficie a los ciudadanos requiere de una cuidadosa planificación, lo que usualmente toma varios años antes de que la infraestructura de la ciudad pueda ser actualizada. Su implementación debiera darse gradualmente a medida que la voluntad política, la demanda cívica y los intereses del sector privado van convergiendo. Los proyectos de ciudades inteligentes solamente pueden ser exitosos cuando la ciudad ha desarrollado una infraestructura básica y levantado protecciones legales para asegurar que la privacidad de los ciudadanos se respete y salvaguarde. La infraestructura necesaria para las ciudades inteligentes es costosa y necesita un mantenimiento de rutina y en marcha, y su revisión por parte de profesionales calificados. Muchos proyectos planeados de ciudades inteligentes quedaron consignados a los cementerios de los sensores olvidados debido a la falta de un mantenimiento adecuado, o porque los datos recogidos no fueron finalmente valiosos para el gobierno y los ciudadanos.El desarrollo de una ciudad inteligente que realmente beneficie a los ciudadanos requiere de una cuidadosa planificación, lo que usualmente toma varios años antes de que la infraestructura de la ciudad pueda ser actualizada. Su implementación debiera darse gradualmente a medida que la voluntad política, la demanda cívica y los intereses del sector privado van convergiendo. Los proyectos de ciudades inteligentes solamente pueden ser exitosos cuando la ciudad ha desarrollado una infraestructura básica y levantado protecciones legales para asegurar que la privacidad de los ciudadanos se respete y salvaguarde. La infraestructura necesaria para las ciudades inteligentes es costosa y necesita un mantenimiento de rutina y en marcha, y su revisión por parte de profesionales calificados. Muchos proyectos planeados de ciudades inteligentes quedaron consignados a los cementerios de los sensores olvidados debido a la falta de un mantenimiento adecuado, o porque los datos recogidos no fueron finalmente valiosos para el gobierno y los ciudadanos.

Elementos comunes de una ciudad inteligente

A continuación aparece un resumen de las tecnologías y prácticas comunes a las ciudades inteligentes, pero esta lista en modo alguno es exhaustiva o universal.

Wi-Fi abierto: una conectividad asequible y confiable a internet es esencial para una ciudad inteligente. Algunas de ellas brindan acceso gratuito a internet de alta velocidad mediante una infraestructura inalámbrica que abarca toda la ciudad. El Wi-Fi gratuito puede facilitar la recolección de datos, apoyar a los servicios de emergencia y alentar a los vecinos a usar los espacios públicos.

Internet de las cosas (IdC): la internet de las cosas es una red en expansión de dispositivos físicos conectados mediante la internet. Desde vehículos a refrigeradores o sistemas de calefacción, estos dispositivos se comunican con los usuarios, programadores, aplicaciones y otros más recolectando, intercambiando y procesando datos. Por ejemplo, los datos recogidos en un medidor de agua inteligente pueden dar forma a mejores respuestas a problemas como las fugas de agua o su desperdicio. La IdC se ve facilitada en gran medida por el surgimiento de los teléfonos inteligentes, que permiten a la gente conectarse fácilmente entre sí y con otros dispositivos.

5G: los servicios de las ciudades inteligentes necesitan internet de alta velocidad y gran ancho de banda para manejar la cantidad de datos generados por la IdC y procesarlos en tiempo real. La creciente conectividad y capacidad de procesamiento de la infraestructura de internet de 5G facilita muchos de los procesos relacionados con internet, necesarios para las ciudades inteligentes.

Redes eléctricas inteligentes: éstas son redes de energía que emplean sensores para recolectar datos en tiempo real acerca de su uso energético y los requisitos de la infraestructura y de los ciudadanos. Además de controlar los servicios públicos, las redes eléctricas inteligentes monitorean la electricidad, distribuyen la banda ancha para mejorar la conectividad y controlan procesos como el tráfico. Estas redes dependen de una serie de operadores de electricidad e involucran a una amplia red de partes, entre ellas vendedores, proveedores, contratistas, operadores de generación distribuida y consumidores.

Sistema inteligente de transporte (SIT): con los sistemas inteligentes de transporte, diversos mecanismos de transporte pueden ser coordinados para reducir el uso de energía, disminuir la congestión del tráfico y disminuir el tiempo de viaje. Los SIT se concentran en la “entrega en el último kilómetro” o en optimizar el proceso de entrega. Los vehículos autónomos suelen estar asociados con ciudades inteligentes, pero los SIT van más allá de vehículos individuales.

Vigilancia: al igual que los objetos conectados, los datos acerca de los residentes pueden ser retransmitidos, juntados y analizados. En algunos casos, las cámaras existentes de CCTV pueden ser unidas a un avanzado software de video-analítica y conectados con la IdC para manejar el tráfico y la seguridad pública. Las soluciones con infraestructura de videovigilancia fija dan cuenta de la inmensa mayoría de la vigilancia en las ciudades inteligentes del mundo, pero las soluciones de vigilancia móvil también vienen creciendo rápidamente. La expansión de la vigilancia a la identificación personal es un tema fuertemente debatido y que tiene ramificaciones significativas para la sociedad civil y los actores de DRG.

ID digital y servicios de entrega: los servicios de identificación digital pueden vincular a los ciudadanos con su ciudad al facilitar la apertura de una cuenta bancaria o el acceso a los servicios de salud. La ID digital centraliza toda la información e historia de transacciones, lo cual es conveniente para los ciudadanos pero también introduce algunas preocupaciones de seguridad. Técnicas tales como la divulgación mínima (depender de la menor cantidad de datos que sea posible) y tecnologías descentralizadas como la identidad autosoberana (SSI) podrían ayudar a separar la identidad, la transacción y el dispositivo.

e-gobierno: el gobierno electrónico —el uso de la tecnología para proporcionar servicios del gobierno al público— busca mejorar el suministro de servicios, mejorar el compromiso ciudadano y construir la confianza. Hacer que más información, como los presupuestos gubernamentales, sea pública y esté a disposición de los ciudadanos es un elemento primario del e-gobierno. El servicio con teléfonos inteligentes es otra estrategia, puesto que la tecnología móvil combinada con una plataforma de e-gobierno puede ofrecer a la ciudadanía un acceso remoto a los servicios municipales.

Director de tecnología: algunas ciudades inteligentes tienen un director de tecnología (CTO) o director de sistemas de información (DSI), que lidera los esfuerzos de la ciudad para desarrollar soluciones tecnológicas creativas y eficaces en colaboración con los vecinos y los funcionarios electos. El CTO o el DSI estudian a la comunidad, aprenden las necesidades de los ciudadanos, planean y ejecutan iniciativas afines, y supervisan la implementación y las mejoras continuas.

Interoperabilidad: los muchos y distintos servicios y herramientas usados en una ciudad inteligente debieran funcionar juntos, para que se comuniquen entre ellos y para compartir datos. Esto necesita de un diálogo y una cuidadosa planificación entre los proveedores de empresas y los gobiernos de la ciudad. La interoperabilidad quiere decir que la nueva infraestructura debe poder funcionar encima de la infraestructura ya existente de una ciudad (por ejemplo, instalar nueva iluminación LED “inteligente” encima de los sistemas de alumbrado ya existentes de la ciudad).

“Una ciudad inteligente es un proceso de continua mejora en los métodos de funcionamiento de la ciudad. No es un big bang.”

JEFE DE PROYECTOS DE UNA CIUDAD INTELIGENTE EN BORDEAUX, FRANCIA

Inicio

¿De qué modo son las ciudades inteligentes relevantes en el espacio cívico y para la democracia?

Tal como se describe con mucho mayor detenimiento en la sección oportunidades de este recurso, las ciudades inteligentes pueden mejorar la eficiencia energética así como la preparación para los desastres, e incrementar la participación cívica. Pero ellas son, de muchas formas, un arma de doble filo y pueden también facilitar una vigilancia excesiva e infringir los derechos de reunión y de libre expresión.

Alumbrado público en Macasar, Indonesia. Las ciudades inteligentes tienen el potencial para alcanzar las metas de reducción del carbono y de energía renovable, así como mejorar la eficiencia económica y la distribución energética. Crédito de la fotografía: USAID.
Alumbrado público en Macasar, Indonesia. Las ciudades inteligentes tienen el potencial para alcanzar las metas de reducción del carbono y de energía renovable, así como mejorar la eficiencia económica y la distribución energética. Crédito de la fotografía: USAID.

En países autoritarios, las ciudades inteligentes pueden convertirse en unos poderosos instrumentos para la manipulación y el control. Las de China, por ejemplo, están vinculadas con el concepto que el Partido Comunista Chino tiene del “manejo social”, esto es los intentos del partido gobernante por dar forma, manejar y controlar la sociedad. Cuando se implementan sin transparencia o respeto por el imperio de la ley, las tecnologías de las ciudades inteligentes —como un medidor de luz inteligente, que busca mejorar la precisión de las lecturas— puede ser abusado por el gobierno como un indicador de comportamientos “anormales” que indican reuniones “ilegales”. En casos extremos, la vigilancia y el monitoreo facilitados por una ciudad inteligente podrían disuadir a la ciudadanía de reunirse para protestar, o de expresar de algún otro modo su oposición a las leyes y directrices locales.

La participación de actores autoritarios en el diseño y funcionamiento de las ciudades inteligentes constituye una amenaza significativa para la democracia, en particular en países con tendencias intolerantes preexistentes o débiles instituciones de supervisión. Los socios de la tecnológica china Huawei —que brinda “soluciones” de ciudad inteligente que incluyen el reconocimiento facial y de placas de autos, el monitoreo de medios sociales y otras capacidades de vigilancia—tienden a ser no liberales, lo que hace surgir la preocupación de que el Partido Comunista Chino está exportando autoritarismo. En al menos dos casos, los técnicos de Huawei “ayudaron a gobiernos africanos a espiar a sus opositores políticos, incluso interceptando sus comunicaciones encriptadas y medios sociales, y usaron los datos de celulares para rastrear su ubicación”.

Desarrollar una ciudad inteligente que respete los derechos requiere de la participación activa de la sociedad, desde las etapas iniciales de planificación hasta la implementación del proyecto. Los mecanismos que permiten a los ciudadanos manifestar sus preocupaciones y dar retroalimentación podrían hacer bastante por construir la confianza y alentar la participación cívica más adelante. La educación y los programas de capacitación debieran también implementarse durante la etapa de planificación, para así ayudar a los ciudadanos a entender cómo usar la tecnología que les rodea, así como el modo en que beneficiará su vida cotidiana.

Las ciudades inteligentes pueden crear nuevas vías para la participación en los procesos democráticos, por ejemplo mediante el voto electrónico. Sus partidarios subrayan los beneficios como “resultados más rápidos, reducción de costos y accesibilidad remota, lo que podría potencialmente incrementar la participación electoral”. Pero tienden a “subestimar los riesgos tales como el fraude electoral, las violaciones de la seguridad, problemas de verificación, y errores y fallos de software”. Si bien las ciudades inteligentes giran en torno a la formulación de políticas focalizadas en la tecnología, los retos que las comunidades urbanas experimentan requieren de soluciones estructurales en las cuales la tecnología apenas es uno de los componentes.

Distrito comercial empresarial de Nairobi, Kenia. Algunas ciudades inteligentes, como Nairobi, fueron levantadas sobre la infraestructura ya existente de las ciudades. Crédito de la fotografía: USAID East Africa Trade and Investment Hub.
Distrito comercial empresarial de Nairobi, Kenia. Algunas ciudades inteligentes, como Nairobi, fueron levantadas sobre la infraestructura ya existente de las ciudades. Crédito de la fotografía: USAID East Africa Trade and Investment Hub.

La tecnología de las ciudades inteligentes podía tener como resultado una mayor privatización de la infraestructura gubernamental, lo que en última instancia “desplaza[ría] los servicios públicos, reemplaza[ría] la democracia con la toma de decisiones corporativa, y permiti[ría] que las agencias gubernamentales evadan las protecciones constitucionales y las leyes de rendición de cuentas a favor de la recolección de más datos”. En algunos casos, las autoridades que se dedican a conseguir contratos para las tecnologías de ciudad inteligente se han negado a revelar información acerca de las negociaciones, o evadido por completo los procedimientos estándares de compras públicas.

Así, las normas de privacidad, las regulaciones de protección de datos y los sistemas de debido proceso son todos componentes vitales de una ciudad inteligente que realmente beneficie a la ciudadanía. Una sólida infraestructura legal puede también proporcionar a los ciudadanos un recurso en caso de discriminación o abuso, incluso antes ser una ciudad inteligente. En India, “el impulso hacia las ciudades inteligentes detonó el lanzamiento de la gente de los barrios bajos y los asentamientos informales sin que se diera una compensación adecuada con un alojamiento alternativo”. Sucede con demasiada frecuencia que ciudades que se llaman a sí mismas “inclusivas”, benefician fundamentalmente a la elite y no logran abordar las necesidades de mujeres, niños, migrantes, minorías, personas con discapacidades, de los que operan en la economía informal, los grupos de bajos ingresos o de personas con bajos niveles de conocimientos digitales. Dada la variación en las normas legales entre países, los marcos de los derechos humanos podrían ayudar a informar la implementación equitativa de las ciudades inteligentes, para así asegurar que beneficien al conjunto de la sociedad, las comunidades vulnerables inclusive. La sociedad civil y los gobiernos debieran tener en cuenta 1) si la tecnología es apropiada para el objetivo y si alcanza su meta, 2) si la tecnología es necesaria en la medida en que no excede su fin y no hay otra forma de alcanzar la meta, y 3) si la tecnología es proporcional, lo que quiere decir que los problemas o inconvenientes no superarán los beneficios del resultado.

Inicio

Oportunidades

Las ciudades inteligentes pueden tener una serie de impactos positivos cuando se las usa para promover la democracia, los derechos humanos y la buena gobernanza.

Sostenibilidad medioambiental

Según la OCDE, las ciudades modernas usan casi las dos terceras partes de la energía mundial, producen hasta el 80% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y generan el 50% de los desperdicios mundiales. Las ciudades inteligentes pueden contribuir al Objetivo de Desarrollo Sostenible 11 de hacer que las ciudades y asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles aprovechando los datos para mejorar la eficiencia económica y la distribución energética, reduciendo así en última instancia la huella de carbono de la ciudad e introduciendo nuevas oportunidades de energías renovables. Las ciudades inteligentes a menudo están vinculadas a prácticas económicas circulares, las cuales incluyen el “supraciclaje” del agua de lluvia, materiales de desecho y hasta datos públicos abiertos (véase más adelante). Además, las tecnologías de ciudades inteligentes pueden aprovecharse para ayudar a prevenir la pérdida de biodiversidad y de hábitats naturales.

Preparación para los desastres

Las ciudades inteligentes pueden ayudar a mejorar la preparación para los desastres, su mitigación, respuesta y recuperación. La recolección y análisis de los datos pueden aplicarse al monitoreo de amenazas ambientales, y los sensores remotos pueden mapear los peligros. Por ejemplo, los datos abiertos y la inteligencia artificial pueden usarse para identificar las áreas que es más probable que sean las más duramente golpeadas por los terremotos. Los sistemas de alerta temprana, los sistemas de alerta de los medios sociales, GIS y los sistemas móviles podrían también contribuir a la gestión de desastres. Un problema importante durante los desastres naturales es la pérdida de las comunicaciones; en una ciudad inteligente, los sistemas interconectados pueden compartir información acerca de qué zonas necesitarán ayuda o reabastecimiento cuando los canales individuales de comunicación colapsen.

Inclusión social

Las ciudades inteligentes pueden facilitar la inclusión social en formas importantes: mediante un acceso rápido y seguro a la internet; con mejoras en el acceso al gobierno y a los servicios sociales; con vías para el input y la participación ciudadanos; con mejoras en el transporte y la movilidad urbana; etc. Por ejemplo, las ciudades inteligentes pueden establecer una red de puntos de acceso urbanos en donde los residentes pueden acceder a capacitación en habilidades digitales, en tanto que la digitalización de los servicios de salud podría mejorar las oportunidades del cuidado de salud y ayudar a los pacientes a conectarse con su historial médico. Las ciudades podrían incluso mejorar los servicios para los grupos vulnerables aprovechando responsablemente los conjuntos de datos sensibles para mejorar su comprensión de las necesidades de estos ciudadanos; sin embargo, dichos datos deben darse con pleno consentimiento, y se deben colocar unas fuertes salvaguardas de privacidad y seguridad. Las tecnologías de las ciudades inteligentes podrían asimismo emplearse para conservar el patrimonio cultural.

Compartir conocimientos e información abierta

Un enfoque abierto de los datos captados por las terminologías inteligentes podría acercar más al gobierno, las empresas y la sociedad civil. Los datos públicos o abiertos —a diferencia de los sensibles datos privados— son aquellos a los que todos pueden acceder, usar y compartir. Un enfoque de acceso abierto para los datos significa permitir al público tener acceso a estos tipos de datos públicos y reutilizables para que aprovechen por sí mismos los beneficios económicos y sociales. Este enfoque podría asimismo brindar transparencia y reforzar la rendición de cuentas y la confianza entre la ciudadanía y el gobierno, por ejemplo al mostrar el uso dado a los fondos públicos. Además de los datos abiertos, el diseño del software que subyace a la infraestructura de una ciudad inteligente puede compartirse con el público a través de un diseño de código abierto y estándar abierto. Código abierto se refiere a una tecnología cuyo código fuente está libremente disponible para el público, de modo tal que cualquiera puede revisarlo, replicarlo, modificarlo o extenderlo. Los estándares abiertos son directrices que ayudan a asegurar que la tecnología sea diseñada ante todo para ser de código abierto.

Participación ciudadana

Las ciudades inteligentes pueden alentar a la ciudadanía a tomar parte de modo más activo en sus comunidades y su gobernanza, al facilitar oportunidades de voluntariado y de compromiso con la comunidad, así como solicitando retroalimentación acerca de la calidad de los servicios y la infraestructura. Conocidas a veces como “e-participación”, las herramientas digitales pueden reducir las barreras entre los ciudadanos y la toma de decisiones, facilitando así su participación en el diseño de leyes y estándares, en la elección de iniciativas urbanas, etc. Las Naciones Unidas han identificado tres pasos en la -participación: e-información, e-consulta y e-toma de decisiones.

Inicio

Riesgos

El uso de tecnologías emergentes podría también crear riesgos en la programación de la sociedad civil. Esta sección describe cómo distinguir los posibles peligros asociados con las ciudades inteligentes en el trabajo de DRG, así como de qué modo mitigar las consecuencias involuntarias y voluntarias.

Vigilancia y participación forzada

Como ya se indicó, las ciudades inteligentes a menudo dependen de cierto grado de vigilancia ciudadana, a cuyas desventajas usualmente se les resta importancia en las campañas de marketing. Un proyecto planeado de ciudad inteligente en Toronto, Canadá, al que se publicitaba como una herramienta con la cual abordar los problemas de asequibilidad y transporte de la ciudad, fue finalmente arruinado por la pandemia de COVID-19 y un escrutinio significativo de la privacidad y el recojo de datos.

En muchos países las personas deben dar su consentimiento informado para que sus datos sean legalmente recogidos, guardados y analizados. Incluso cuando los usuarios optan por darlos a ciegas a una página web o app, hay al menos una opción clara para dejar de hacerlo. Pero en los espacios públicos no hay una forma directa para que la gente decida retirar su consentimiento. ¿Los ciudadanos han consentido a ser vigilados cuando cruzan la calle? ¿Han sido informados de cómo se usarán los datos recogidos acerca de sus movimientos y comportamientos? En las democracias hay oportunidades para presentar un recurso en caso los datos personales recogidos a través de la vigilancia sean mal utilizados, pero en los entornos más autoritarios esto podría no ser así. En China, por ejemplo, el uso de millones de cámaras de vigilancia que reconocen rostros, las formas de los cuerpos y cómo es que la gente camina facilitan el rastreo de las personas para sofocar el disenso.

La discriminación a veces queda facilitada gracias a la tecnología de vigilancia y reconocimiento facial de una ciudad inteligente. La infraestructura de estas ciudades puede dar a las agencias policiales y de seguridad la capacidad de rastrear y poner la mira en ciertos grupos, tales como las minorías étnicas o raciales. Esto sucede en las sociedades democráticas tanto como en las no democráticas. Un estudio de 2019 efectuado por el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de los EE.UU., halló que los algoritmos de reconocimiento facial tienen un pobre desempeño cuando examinan los rostros de mujeres, personas de color, ancianos y niños. Esto resulta particularmente preocupante considerando que muchos departamentos policiales emplean dicha tecnología para identificar sospechosos y efectuar arrestos. Además del reconocimiento facial se usa también la analítica de datos para anticipar posibles lugares de un futuro delito (una práctica a la que se conoce como policía predictiva). Una típica respuesta a este análisis es el incremento en la vigilancia de zonas de “alto riesgo”, las cuales usualmente son barrios con comunidades de menores ingresos y de minorías.

Manejo no ético de los datos y libertad de expresión

El volumen de datos compartidos va creciendo a medida que una ciudad va quedando más conectada digitalmente. Por ejemplo, un usuario de teléfono inteligente podría usar los datos de geoubicación y otros metadatos más con múltiples aplicaciones, las cuales a su vez podrían compartir los datos con otros servicios. Y sin embargo, a medida que las ciudades agregan y procesan los datos acerca de los vecinos, las expectativas de privacidad en la vida cotidiana de la gente van colapsando. La recolección de ciertos tipos de datos, como la información acerca de a dónde ha ido en su carro, o qué tan rápido usualmente maneja, podrían parecer inocuos. Pero cuando se les combina con otros datos se establecen rápidamente patrones que podrían revelar información más sensible acerca de su salud y sus hábitos, su familia y sus redes, la composición de su hogar o sus prácticas religiosas.

La información personal es valiosa para las compañías, y muchas de ellas prueban su tecnología en países con las menores restricciones a los datos. En manos de compañías privadas, los datos pueden ser explotados para focalizar la publicidad, calibrar los costos de los seguros, etc. Hay también riesgos cuando los datos son recogidos por terceros (compañías extranjeras en particular) que podrían encerrar a los usuarios en sus servicios, no compartir información acerca de los fallos de seguridad, tener mecanismos inadecuados de protección de datos, o que mantienen acuerdos de compartirlos con otros gobiernos. Estos últimos también se benefician con el accesso a los datos íntimos de sus ciudadanos: “[L]a información personal recogida como parte de una encuesta de salud podría ser reutilizada por un cliente, digamos un partido político desesperado por ganar una elección”. Según el innovador social y empresario ghanés Bright Simmons, “la lucha por la protección de los datos y los derechos digitales es la nueva lucha por los derechos civiles en el continente”.

Empeoramiento de la desigualdad y marginación

En muchos casos los teléfonos inteligentes y las apps contenidas en ellos facilitan el acceso a los beneficios plenos de una ciudad inteligente. Para 2019, un estimado de cinco billones de personas tenían un dispositivo móvil, y más de la mitad de ellos eran teléfonos inteligentes. Pero estas cifras varían entre los países avanzados y los que están en vías de desarrollo, así como entre comunidades o grupos de una economía dada, potencialmente generando desigualdad en el acceso a los servicios y la participación cívica. Los ciudadanos con menos conocimientos alfabéticos y habilidades de numerismo, o que no hablan la lengua usada por una aplicación, tendrán más dificultades conectándose a través de estas interfaces. La dependencia de apps también aliena a las poblaciones sin hogar, que no podrían cargar sus dispositivos con regularidad, o correrían mayor riesgo de que sus aparatos les sean robados.

El término “brecha digital” por lo general se refiere a la brecha entre las personas que tienen acceso y familiaridad con la tecnología de alta calidad y tecnología segura, y las que no lo tienen. Las ciudades inteligentes a menudo son criticadas por haber sido diseñadas para la elite y privilegiar a quienes ya se encuentran conectados digitalmente. De ser este el caso, dichas ciudades sólo podrían exacerbar la gentrificación y el desplazamiento de quienes no tienen vivienda.

El uso de la vigilancia en las ciudades inteligentes podría también usarse para reprimir a las minorías. Bastante se ha reportado acerca de la vigilancia gubernamental de la población musulmana china de los uigures de Sinkiang.

“Combina los datos —desde los tipos sanguíneos y la altura de las personas, a información acerca de su uso de electricidad y entrega de paquetes— y alerta a las autoridades cuando considera que algo o alguien es sospechoso. Forma parte de la Plataforma Integrada de Operaciones Conjuntas (PIOC), el sistema principal de vigilancia masiva en Sinkiang”.AS SEGÚN FUERA DESCRITO POR HUMAN RIGHTS WATCH

Despotismo de los datos y fallos en la automatización

Se ha acusado a las ciudades inteligentes del “despotismo de los datos.” Si los gobiernos de ciudades pueden acceder a tantos datos acerca de sus ciudadanos, ¿entonces para qué molestarse en hablar con ellos directamente? Debido a posibles discriminaciones algorítmicas, fallos en el análisis e interpretación de datos, o ineficiencias entre la tecnología y los humanos, la dependencia excesiva de la tecnología podría dañar a los más vulnerables de una sociedad.

Se cuenta también con mucha literatura acerca del “Estado de bienestar digital”. Philip Alston, el ex relator especial de las Naciones Unidas para la pobreza extrema y los derechos humanos, ha observado que las nuevas tecnologías digitales están cambiando la relación entre los gobiernos y los más necesitados de protección social: “Las decisiones cruciales de pasar a lo digital han sido tomadas por ministros de gobierno sin consultar, o incluso por funcionarios de departamentos sin que ninguna discusión política significativa tuviese lugar”.

Cuando los servicios humanos básicos sean automatizados y los operarios humanos hayan sido retirados, los problemas de software y pequeños fallos en los sistemas de elegibilidad podrían ser peligrosos y hasta fatales. En la India, en donde muchos servicios de bienestar social y servicios sociales fueron automatizados, un hombre de 50 años falleció de desnutrición debido a un problema con su identificador biométrico de la huella digital, lo que le impidió acceder a una tienda de raciones. “Las decisiones acerca de usted fueron tomadas por un servidor centralizado, y usted ni siquiera sabe qué ha salido mal… La gente no sabe por qué [el apoyo de bienestar social] se ha detenido y tampoco sabe a quién dirigirse para resolver el problema”, explicó Reetika Khera, un profesor asociado de economía en el Indian Institute of Management Ahmedabad.

Estos procesos automatizados asimismo crean nuevas oportunidades para la corrupción. Beneficios tales como las pensiones y salarios, que están ligados al sistema de ID digital de la India (llamado Aadhaar), a menudo se retrasan o no llegan en absoluto. Cuando una mujer de 70 años descubrió que su pensión estaba siendo enviada a la cuenta bancaria de otra persona, el gobierno le dijo que resolviera la situación hablando directamente con dicha persona.

Empeoramiento de los desplazamientos

Al igual que otros proyectos urbanos, el desarrollo de las ciudades inteligentes puede desplazar a los residentes, a medida que los barrios existentes son demolidos para levantar nuevas edificaciones. Se calcula que alrededor del 60% a 80% de la población mundial desplazada forzosamente vive en áreas urbanas (y no en campamentos, como muchos creerían), y que un billón de personas (cifra ésta que se espera se duplique para 2030) en las ciudades en vías de desarrollo viven en zonas de barrios bajos, a las que la ONU define como áreas sin acceso a mejor agua, instalaciones de saneamiento, seguridad, viviendas duraderas y suficiente superficie habitable. En otras palabras, las áreas urbanas son el hogar de grandes poblaciones de los más vulnerables de la sociedad, lo que incluye a las personas desplazadas internamente así como a migrantes que no se benefician de las mismas protecciones legales que los ciudadanos. Las ciudades inteligentes podrán parecer una solución ideal para los desafíos urbanos, pero corren el riesgo de perjudicar aún más a estos grupos vulnerables, y no olvidemos que ellas descuidan por completo las necesidades de las poblaciones rurales.

“Corporatización”: el dominio del sector privado

Las ciudades inteligentes constituyen una enorme oportunidad para el sector privado, desatando los temores de la “corporatización de la gobernanza de la ciudad”. Las grandes compañías de TI, las telecomunicaciones y de manejo de energía como Huawei, Alibaba, Tencent, Baidu, Cisco, Google, Schneider Electric, IBM y Microsoft son las fuerzas impulsoras detrás de la tecnología de las iniciativas de ciudades inteligentes. Como explicara: Sara Degli-Esposti, una research fellow honoraria de la Universidad de Coventry: “No podemos entender las ciudades inteligentes sin hablar de los modelos empresariales de los gigantes digitales… Estas corporaciones ya son entidades globales que escapan en gran medida a la supervisión gubernamental. ¿Qué nivel de control esperan los gobiernos locales ejercer sobre estos jugadores?”.

El papel importante otorgado de este modo a las compañías privadas internacionales en la gobernanza municipal plantea problemas de seguridad para los gobiernos, conjuntamente con las preocupaciones de privacidad de los ciudadanos ya indicadas. Además, la dependencia del software y los sistemas del sector privado podría crear una condición de dependencia del proveedor (cuando se hace demasiado costoso pasarse a otro proveedor). Esta dependencia podría empeorar con el paso del tiempo: a medida que más servicios son añadidos a la red, el costo de pasarse a un nuevo sistema se hace aún más prohibitivo.

Riesgos de seguridad

Conectar los dispositivos a través de una red eléctrica inteligente o de la Internet de la cosas trae consigo serias vulnerabilidades de seguridad para las personas y la infraestructura. Las redes conectadas tienen más puntos de vulnerabilidad y son susceptibles al hackeo y los ciberataques. A medida que los sistemas inteligentes recogen más datos personales acerca de los usuarios (como los historiales médicos), hay un riesgo cada vez mayor de que unos actores no autorizados consigan acceder a esta información. La comodidad de un wi-fi público y abierto también tiene un costo puesto que es mucho menos seguro que las redes privadas. La IdC ha sido ampliamente criticada por su falta de seguridad, debido en parte a su novedad y falta de regulación. Los dispositivos conectados por lo general son fabricados para que sean baratos y accesibles, y que la ciberseguridad no sea la preocupación más grande.

Cuanto más estrechamente vinculada esté la infraestructura, tanto más rápidos y de mayor alcance serán los ataques. La infraestructura vinculada digitalmente como pequeñas redes incrementa los riesgos de ciberseguridad debido al número más grande de operadores y terceros conectados a la red, lo que multiplica las consideraciones de gestión de riesgo de la cadena de suministros. Según Anjos Nijk, director de la Red Europea de Ciberseguridad: “Con la actual velocidad de digitalización de los sistemas de las redes eléctricas… y la velocidad con que nuevos sistemas y tecnologías se conectan a ellas, como la medición inteligente, los vehículos eléctricos que cargan y la IdC, estas redes se han vuelto vulnerables y la ‘superficie de ataque’ se expande rápidamente”. Dañar una parte de un gran sistema interconectado podría producir un efecto de cascada sobre otros sistemas, lo que potencialmente tendría como resultado apagones a gran escala o la desactivación de la crucial infraestructura de salud y transporte. Las redes eléctricas pueden ser abatidas por los hackers, tal como la experimentara la de Ucrania en el ciberataque de diciembre de 2015.

Inicio

Preguntas

Hágase estas preguntas si está intentando entender las implicaciones que las ciudades inteligentes tienen en su entorno laboral, o si está considerando cómo usar algunos aspectos de ella como parte de su programación de DRG:

  1. ¿El servicio en cuestión tiene que ser digital o estar conectado a la red? ¿La digitalización mejorará este servicio para los ciudadanos, y acaso la mejora esperada pesa más que los riesgos?
  2. ¿Se cuenta con programas para asegurar que las necesidades fundamentales de los ciudadanos están siendo satisfechas (acceso a comida, seguridad, vivienda, sustento, educación)?
  3. ¿Qué actores externos tienen el control o acceso a aspectos cruciales de la tecnología y la infraestructura de la que este proyecto dependerá, y con qué medidas de ciberseguridad se cuenta?
  4. ¿Quién construirá y mantendrá la infraestructura y los datos? ¿Hay el riesgo de quedar dependiendo de ciertas tecnologías o de acuerdos con los proveedores de los servicios?
  5. ¿Quién tiene acceso a los datos recogidos y cómo están éstos siendo interpretados, usados y almacenados? ¿Qué actores externos tienen acceso a ellos? ¿Los datos están disponibles para su reutilización legal y segura por parte del público? ¿Cómo están los datos abiertos siendo reutilizados o compartidos públicamente?
  6. ¿Cómo respetarán los servicios de la ciudad inteligente a la privacidad de los ciudadanos? ¿Cómo se obtendrá su consentimiento cuando utilicen servicios que capten datos acerca de ellos mismos? ¿Pueden optar por dejar de compartir esta información? ¿Qué protecciones legales están vigentes en torno a la protección y la privacidad de los datos?
  7. ¿Los servicios inteligentes son transparentes y responsables? ¿Los investigadores y la sociedad civil tienen acceso al funcionamiento “detrás de cámaras” de estos servicios (datos, código, API, algoritmos, etc.)?
  8. ¿Qué medidas se han dispuesto para abordar los sesgos en estos servicios? ¿Cómo asegura este servicio que no exacerbará las barreras socioeconómicas y las desigualdades ya existentes? ¿Qué programas y medidas se han establecido para promover la inclusión?
  9. ¿Cómo respetan y preservan estos desarrollos los sitios y barrios históricos? ¿Cómo se adaptarán los cambios a las identidades culturales locales?

Inicio

Estudios de caso

Barcelona, España

Barcelona a menudo es llamada la mejor práctica de una ciudad inteligente debido a su vigoroso diseño democrático impulsado por la ciudadanía. Su infraestructura de ciudad inteligente consta de tres componentes primarios: Sentilo, una plataforma de recolección de datos de código abierto; CityOS, un sistema para procesar y analizar los datos recolectados; e interfaces de usuario que permiten a los ciudadanos acceder a los datos. Este diseño de código abierto mitiga el riesgo de la dependencia de una empresa y permite que la ciudadanía conserve la propiedad colectiva de sus datos, así como dar input sobre cómo se les procesa. Decidim (“Nosotros decidimos”), una plataforma participativa digital, permite la participación ciudadana en el gobierno mediante la sugerencia y debate de ideas. Barcelona también ha implantado iniciativas de democracia digital y proyecta mejorar el alfabetismo digital de sus ciudadanos. En 2018 Francesca Bria la comisionada de tecnología e innovación digital de Barcelona, comentó la reversión del paradigma de ciudad inteligente: “En lugar de comenzar con la tecnología y extraer todos los datos que podamos antes de pensar cómo utilizarlos, comenzamos alineando la agenda tecnológica con la agenda de la ciudad”.

Belgrade, Serbia

A partir de 2019, el gobierno serbio comenzó a implementar un proyecto de Ciudad segura en la ciudad capital de Belgrado. La instalación de 1,200 cámaras de vigilancia inteligentes, proporcionadas por el gigante tecnológico chino Huawei, lanzó una señal de alerta entre el público, la sociedad civil y hasta algunas de las instituciones de la Unión Europea. El comisionado serbio de información de importancia pública y la protección de los datos personales fue uno de los primeros en hacer sonar la alarma, afirmando que “no hay base legal alguna para la implementación del proyecto Ciudad Segura”, y que para abordar la tecnología de reconocimiento facial y el procesamiento de los datos biométricos sería necesario contar con nuevas leyes. Tal como Danilo Krivokapić, director de la Fundación SHARE, una organización de derechos digitales con sede en Belgrado, observara, “El público no fue informado del ámbito técnico o precio del sistema, las necesidades específicas que buscaba abordar, o las salvaguardas que serían necesarias para mitigar los posibles riesgos para los derechos humanos”. En un esfuerzo por mejorar la transparencia del proyecto, la Fundación SHARE desarrolló un mapa colaborativo que mostraba ubicaciones verificadas de cámaras y sus características técnicas, lo que terminó difiriendo sustancialmente de una lista de ubicaciones proporcionada por los funcionarios. Dos años después del lanzamiento del proyecto de Ciudad Segura en Belgrado, un grupo de MEP le dirigió una carta al ministro del interior del Parlamento Europeo para manifestar su preocupación de que Belgrado se convirtiera en “la primera ciudad de Europa en tener la inmensa mayoría de su territorio cubierto por técnicas de vigilancia masiva”.

Konza, Kenia

La Ciudad Tecnológica de Konza, el emblema de Visión 2030, el plan de desarrollo económico de Kenia, promete ser una “ciudad de clase mundial, propulsada por un floreciente sector de tecnologías de la información y la comunicación (TIC), infraestructura superior confiable, y sistemas de gobernanza favorable a las empresas”. Los planes para la ciudad incluyen la recolección de datos con dispositivos inteligentes y sensores insertados en el entorno urbano para informar el suministro de servicios mejorados digitalmente. Según la página web oficial de Konza, la población de la ciudad tendrá acceso directo a los datos recolectados (como mapas de tráfico, advertencias de emergencias e información acerca del consumo energético y de agua), lo que permitirá a la ciudadanía “participar directamente en las operaciones de la ciudad, practicar patrones de vida más sostenibles, y mejorar la inclusividad general”. Entre el anuncio de los planes para el desarrollo de Konza en 2008 y el viaje de un periodista a la ciudad en 2021, es poco el avance que parece haberse realizado no obstante las pretensiones de que la ciudad habría creado 100,000 puestos de trabajo para 2020, y generado $1 billón al año para la economía keniana. Y sin embargo, las inversiones realizadas por Corea del Sur podrían haberle insuflado nueva vida al proyecto en 2023, puesto que nuevos proyectos estaban listos para realizarse, entre ellos el desarrollo de un sistema inteligente de transporte (SIT) y un centro de control integrado.

Neom, Arabia Saudita

En 2021, el príncipe heredero saudita Mohamed bin Salmán reveló los planes iniciales para The Line, una ciudad lineal futurista que sería construida verticalmente, no tendría pistas ni autos y funcionaría sólo con energía renovable. The Line forma parte del proyecto de megaciudad Neom de $500 billones, el cual ha sido descrito no sólo como una ciudad “inteligente” sino también como una “cognitiva”. Esta ciudad cognitiva se alza sobre tres pilares: “la capacidad de ciudadanos y empresas para conectarse digitalmente a cosas físicas; la capacidad de poder procesar o analizar estas cosas; y la capacidad para contextualizar, usando dicha conectividad para propulsar nuevas decisiones”. La documentación de planificación preparada por consultores de los EE.UU. incluía algunas tecnologías que ni siquiera existen aún, como taxis voladores, la “siembra de nubes” para producir lluvia y sirvientas robot. Además de ser algo fantástico, el proyecto fue también controversial desde su inicio. Alrededor de 20,000 personas, entre ellos miembros de la tribu indígena howeitat, enfrentaban su reubicación forzada debido a las construcciones para el proyecto; según Al Jazeera, un prominente activista howeitat fue arrestado y encarcelado en 2020 por la negativa de la tribu a ser reubicada. La preocupación también se debe al fortalecimiento de los lazos entre el príncipe heredero y Xi Jinping, el secretario general del Partido Comunista de China, quien aceptó brindarle a Arabia Saudita una poderosa tecnología de vigilancia. Marwa Fatafta, gerente de políticas en Access Now, una organización de derechos digitales con sede en Berlín, advirtió que las capacidades de la ciudad inteligente podrían ser desplegadas como una herramienta para la vigilancia invasiva por parte de los servicios de seguridad del Estado. Esto podría incluir el uso de la tecnología de reconocimiento facial para rastrear los movimientos en tiempo real y vincular esta información con otros conjuntos de datos, como la información biométrica. Arabia Saudita tiene un historial demostrado del uso de la tecnología para reprimir las opiniones en línea, lo que incluye el uso del spyware Pegasus para monitorear a los críticos y el robo de los datos personales de usuarios de Twitter que criticaron al gobierno.

Singapur

La iniciativa Smart Nation de Singapur fue lanzada en 2014 para combinar TIC, redes y datos para desarrollar una solución para una población envejecida, la densidad urbana y la sostenibilidad energética. En 2023, Singapur fue nombrada la mejor cuidad del Asia por el índice de ciudades inteligentes del Institute for Management Development, que ordena a 141 ciudades según su uso de la tecnología para alcanzar una mejor calidad de vida. La infraestructura de ciudad inteligente de Singapur incluye vehículos autónomos; robots patrulleros programados para detectar comportamientos “indeseables”; sistemas de gestión de servicios domésticos; robots que trabajan en construcción, bibliotecas, estaciones del metro, cafeterías y en la industria médica; sistemas de pago sin efectivo; y servicios de realidad aumentada y real. Cientos de aparatos, sensores y cámaras esparcidos a lo largo de 160 kilómetros de autopistas y túneles (a los que se conoce colectivamente como el Sistema Inteligente de Transporte o SIT) reúnen datos para monitorear y manejar los flujos de tráfico y hacer que las pistas sean más seguras. La iniciativa de e-salud de Singapur incluye un portal en línea que permite a los pacientes reservar citas y renovar recetas, servicios de telemedicina que permiten a los pacientes consultar a los médicos en línea, y dispositivos de IdC vestibles que monitorean el avance de los pacientes durante la telerehabiitación. En un país en donde se calcula que el 90% de la población tiene un teléfono inteligente, la app Smart Nation de Singapur es una plataforma de una sola parada en donde se puede acceder a una amplia gama de servicios e información del gobierno.

Toronto, Canadá

En 2017, Toronto le otorgó un contrato a Sidewalk Labs, una subsidiaria de ciudad inteligente de Alphabet, la compañía matriz de Google, para que convirtiera el litoral oriental de la ciudad en una utopía de alta tecnología. El proyecto buscaba promover un nuevo modelo de desarrollo inclusivo que se “esforzará por alcanzar los más altos niveles de sostenibilidad, oportunidad económica, asequibilidad de las viviendas y una nueva movilidad”, y que además sirviera como un modelo para la resolución de los problemas urbanos en ciudades de todo el mundo. Sidewalk Labs planeaba levantar viviendas sostenibles, construir nuevos tipos de carreteras para vehículos autónomos, y usar sensores para recoger datos e informar el uso de energía, ayudar a detener la contaminación y disminuir el tráfico. Sin embargo, el proyecto enfrentó constantes críticas de los habitantes de la ciudad e incluso del comisionado de información y privacidad de Ontario, debido a la forma en que la compañía enfocaba la privacidad y la propiedad intelectual. Un experto en privacidad dejó su papel consultor en la iniciativa para “enviar una fuerte declaración” acerca de las cuestiones de privacidad que el proyecto enfrentaba, luego de enterarse de que terceros podrían tener acceso a información identificable reunida en el distrito del litoral. El proyecto fue finalmente abandonado en 2022, supuestamente debido a la incertidumbre económica sin precedentes provocada por la pandemia de COVID-19.

Inicio

Referencias

A continuación encontrará los trabajos citados en este recurso.

Recursos adicionales

Inicio

Categories

Digital Development in the time of COVID-19