Satélite

Irvine03 CubeSat Source: https://ipsf.net/news/nasa-selects-irvine03-cubesat-for-launch-mission/

¿Qué es un satélite?

Un satélite es un objeto que orbita alrededor de un planeta o estrella; puede ser un cuerpo natural como la Luna que orbita a la Tierra, o un objeto artificial desplegado por los humanos con diversas funciones, entre ellas las comunicaciones, la observación de la Tierra, la navegación y la exploración científica.

Si bien la Tierra tiene un satélite natural —la Luna—, varios miles de satélites artificiales orbitan alrededor de ella. Estos satélites de fabricación humana van desde cubos de 10 centímetros que pesan alrededor de un kilogramo y a los que se denomina SmallSats, hasta la Estación Espacial Internacional. Cada uno lleva instrumentos con que efectuar tareas específicas, como conectar puntos lejanos mediante los enlaces de telecomunicaciones y observar la superficie terrestre.

NASA & STS-132 Crew: vista de la Estación Espacial Internacional Source: https://images.nasa.gov/details-s132e012208

¿Cómo funcionan los satélites?

Los satélites utilizan instrumentos especializados para efectuar aplicaciones como las comunicaciones, la observación de la Tierra, navegación e investigación científica, recogiendo y transmitiendo datos relevantes a las estaciones en tierra mientras se les maneja y controla a distancia.

En su nivel más elemental, los sistemas de satélites tienen tres segmentos componentes: el segmento espacial, el terrestre y el enlace de datos entre ambos. En los sistemas satelitales que comprenden múltiples objetos espaciales hay también un enlace de datos entre los satélites. Y dado que los que se encuentran en la órbita terrestre pueden estar a varios miles de kilómetros del ser humano más cercano, todos los instrumentos, herramientas y combustible que podrían necesitar deben ser cargados en la máquina al inicio. Esto hace que sea más difícil cambiar la misión primaria de un satélite, pero distintos usuarios finales podrían emplear los mismos datos derivados de ellos de distintos modos.

El segmento terrestre usualmente es una estación terrestre que recibe señales de radiofrecuencias de los satélites, pero algunos sistemas tienen múltiples estaciones terrestres o incluso transmiten los datos directamente a los usuarios finales. Por ejemplo, aunque las estaciones pueden constar de acres de instalaciones de antenas y de procesamiento de datos, una antena parabólica de televisión o un teléfono satelital son dos tipos de estaciones terrestres personales.

¿Qué es una órbita?

Diagrama de las órbitas alrededor de la Tierra Source: https://earthobservatory.nasa.gov/ContentFeature/OrbitsCatalog/images/orbits_schematic.png

Las órbitas son el resultado de dos objetos en el espacio que interactúan con precisamente el equilibrio correcto de la gravedad y el momento. Si un satélite tiene demasiado momento superará la gravedad terrestre, se saldrá de órbita y entrará al espacio profundo; si tiene muy poco, será jalado dentro de la atmósfera del planeta. El objeto viajará en una pista predecible infinitamente repetida alrededor de la Tierra siempre y cuando su momento se mantenga constante. No todos los satélites tienen el mismo momento, y por ende orbitan el planeta siguiendo distintas rutas.

Estas órbitas están agrupadas en general según su altitud por encima de la superficie terrestre. Estas categorías son, de la más baja a la más alta, la órbita terrestre baja (LEO), órbita terrestre media (MEO) y la órbita ecuatorial geoestacionaria o geosíncrona (GEO). Aunque no hay un “borde” globalmente reconocido del espacio, usualmente se considera que la órbita terrestre baja es la región por debajo de los 1000 km por encima de la superficie terrestre.

A las más bajas alturas los satélites deben usar sistemas de propulsión a bordo para superar los efectos de la atmósfera terrestre, la cual los saca de órbita. Cuando un satélite no puede superar este arrastre, sale de órbita y a menudo se incendia al reingresar a la atmósfera de la Tierra. A veces los satélites o sus partes componentes sobreviven al reingreso y se estrellan en tierra o en el océano. Recientes avances tecnológicos han permitido a los operadores de los satélites alcanzar su órbita a estas muy bajas alturas. Los que se encuentran en estas órbitas bajas usualmente requieren menos de dos horas para hacer un viaje alrededor de todo el globo. El tiempo que le toma a un satélite dar una vuelta alrededor de la Tierra se conoce como el “periodo”.

En cambio en las órbitas geoestacionarias o geosíncronas toma 24 horas completas dar una vuelta al mundo. Como su periodo mantiene el paso con la rotación de la Tierra, estos satélites parecen estar fijos sobre un punto del planeta salvo que un operador lo haga maniobrar. Las órbitas GEO están a unos 36,000 km por encima de la superficie de la Tierra. La región MEO abarca el espacio restante entre LEO y GEO.

Ciertas altitudes son más idóneas para ciertos tipos de tareas que otros. Por ejemplo, como los satélites en LEO se encuentran tan cerca de la superficie de la Tierra, ninguno de ellos puede proporcionar una cobertura amplia de toda la superficie terrestre. Los que están en MEO y GEO pueden “ver” más de la superficie de la Tierra en cualquier punto temporal en virtud a su distancia de la Tierra. Al área del planeta que un satélite puede observar o atender se le conoce como su “field of regard” (campo de consideración). El tamaño de este campo es un factor importante a la hora de decidir cuántos satélites un operador habrá de necesitar para suministrar un servicio, y qué tan alto debieran estar en órbitat.

Imagen satelital del monte Merapi, Indonesia Source: https://www.planet.com/gallery/#!/post/mount-merapi-fumes
Megaconstelaciones y avances modernos

Los primeros satélites eran máquinas relativamente pequeñas que efectuaban tareas rudimentarias o demostraban una capacidad. Durante los primeros años de la exploración espacial, diseñar y construir uno era un proceso costoso y de largo plazo. Su lanzamiento al espacio era otro paso costoso en el camino al despliegue de un satélite. A medida que los ingenieros fueron ganando experiencia en la construcción y lanzamiento de satélites, estas máquinas fueron creciendo en tamaño y sofisticación. Los ingenieros diseñan enormes satélites que pesan miles de kilogramos para que lleven varios instrumentos, muchos de los cuales siguen en el espacio hoy en día.

El paradigma de construir un objeto grande ha girado hacia la construcción de varios objetos pequeños para efectuar la misma misión. Estos pequeños satélites apoyan la misma misión al unísono, formando redes a las que se llama constelaciones. El concepto de operar constelaciones de satélites no es algo particularmente novedoso: unos ambiciosos planes de negocios de la década de 1980 buscaban aprovechar docenas de satélites para ofrecer servicios de telecomunicaciones globales. Las constelaciones de satélites estaban a menudo diseñadas para brindar una cobertura regional de base, con el potencial para ampliar el alcance del servicio posteriormente. Por ejemplo, el Sistema por Satélite Cuasicenital de Japón utiliza una constelación de cuatro satélites que operan en concierto para brindar servicios de navegación en el Asia-Pacífico. Esta constelación está planeada para ampliarse a siete satélites hacia 2024. El principio de usar muchos satélites al unísono se ha hecho más popular con el tiempo.

El desplome del costo de fabricación y lanzamiento de satélites ha facilitado diseños más exóticos que incluye a miles de ellos, a los que se conoce como megaconstelaciones. Operar a cientos o miles de satélites coordinados en megaconstelaciones ofrece beneficios marcados. Las megaconstelaciones pueden constar de miles de satélites en la zona LEO. Los que se encuentran en esta zona tienen campos de consideración reducidos, lo que quiere decir que sólo pueden atender a una pequeña parte de la superficie terrestre en cualquier momento dado. Añadir otro satélite, o varios, incrementa el área de servicio al ampliar el campo de consideración. Las megaconstelaciones llevan este principio al extremo, uniendo los campos de consideración de miles de satélites individuales para crear todo un mosaico de cobertura. Coordinar y posicionar los satélites con precisión asegura que la red pueda enviar señales a cualquier punto de la Tierra en cualquier momento.

Operar en LEO ofrece otros beneficios. Las megaconstelaciones que orbitan a alturas relativamente bajas pueden enviar y recibir señales de tierra con mayor rapidez que aquellas que se encuentran más lejos de la superficie terrestre. Como la señal no tiene que viajar tanto, las megaconstelaciones LEO reducen el tiempo en que una señal está “en tránsito” entre las estaciones terrestres y las terminales satelitales, lo que se llama “latencia”. Esto facilita unas comunicaciones más rápidas con menos retraso. Las megaconstelaciones con baja latencia pueden ayudar a las organizaciones a ser más eficientes y productivas mientras efectúan la transición a las tecnologías 5G.

Cuanto mayor sea la distancia entre un satélite y la Tierra, tanto mayor energía a bordo necesitará para enviar una señal del espacio a la Tierra. Minimizar la distancia entre los satélites y las estaciones terrestres minimiza también la cantidad de energía a bordo necesaria para producir la señal. Esto a su vez ayuda a reducir el tamaño del satélite, y a menudo también el precio de su fabricación. De este modo, aunque las megaconstelaciones requieren de cientos, si no miles, de satélites para brindar una cobertura global, su precio es generalmente más bajo por unidad. Esto ayuda a sus propietarios a acumular satélites de reemplazo en caso alguno de los activos no lograra llegar a su órbita o se malogren una vez que estén en el espacio.

Las tendencias generales de los satélites a irse abaratando y a que los costos de lanzamiento se precipiten han permitido que surja algo más que megaconstelaciones. La reducción de los costos de fabricación y de poner un satélite en órbita abrió el campo de juego a nuevos actores, en especial a aquellos que podrían haber quedado excluidos de participar en el desarrollo de los sistemas satelitales sólo por el precio. El espacio ya no está restringido a los países de altos ingresos; los de ingresos bajos a medios (LMIC) pueden ahora poseer todo el ciclo de vida del desarrollo de un satélite, lo que incluye el diseño de la misión, su fabricación, pruebas y validación, y operaciones. Los costos relativamente más bajos asimismo permiten a los posibles operarios de los satélites emprender misiones que podrían no haber resultado financieramente atractivas a corporaciones grandes o extranjeras que no comparten las motivaciones sociales.

Ciclos de vida de los satélites /Cuestiones medioambientales /Riesgos de los restos

Además de los miles de satélites operacionales hay millones de pedazos de basura espacial. Los restos orbitales son esencialmente cualquier cosa que esté en órbita que no funcione, lo que incluye todo, desde satélites que ya no están en funcionamiento hasta fragmentos de bulones explosivos usados para separar a las naves espaciales de los motores principales de los cohetes. Se generan nubes de restos cuando dos objetos espaciales chocan, independientemente de si la colisión fue accidental o intencional. Hasta los pedazos sumamente pequeños de los restos son peligrosos: los fragmentos de apenas un centímetro podrían ser letales en una colisión con un satélite operativo. Algunas regiones del espacio están más amenazadas que otras debido a la densidad de los restos, o al potencial para que haya eventos que los generen.

Hay un movimiento emergente para tanto reducir la cantidad de restos creados por las actividades espaciales, como para retirar los abandonados ya existentes. Este énfasis en la sostenibilidad espacial es un buen augurio para el futuro. Ello no obstante, el estado actual del entorno orbital presenta elevados riesgos debido a los restos. El incremento en la población de restos con el paso del tiempo ha impuesto riesgos a los Estados que recién están navegando por el espacio, y que los actores espaciales establecidos no tuvieron que enfrentar. Es más, muchos de los pedazos de restos más peligrosos tuvieron su origen entre los potencias espaciales más establecidas.

Paneles solares del telescopio espacial Hubble mostrando el impacto de restos Source: https://www.esa.int/var/esa/storage/images/esa_multimedia/images/2009/05/esa_built-solar_cells_retrieved_from_the_hubble_space_telescope_in_2002/10102613-2-eng-GB/ESA_built-solar_cells_retrieved_from_the_Hubble_Space_Telescope_in_2002_article.jpg

Inicio

¿De qué modo son los satélites relevantes para el espacio cívico y la democracia?

Los satélites proporcionan servicios y recogen datos que benefician enormemente a la sociedad. Los sistemas satelitales suministran servicios de banda ancha y telecomunicaciones que ofrecen a los ciudadanos una vía no tradicional para la conectividad digital. Esta conectividad es una herramienta valiosa que puede ampliar el acceso de la ciudadanía al espacio cívico, respaldar los procesos democráticos y empoderar la libertad de expresión. Aunque los principios fundamentales y la física que sustentan estas aplicaciones permanecen constantes, los paradigmas novedosos en el diseño de los satélites, como las megaconstelaciones, han reducido el costo del acceso a dichos servicios. Otros tipos de satélites han experimentado un avance tecnológico más linear pero no menos impactante. Mejores sensores ópticos permiten a los satélites tomar imágenes más precisas y claras de la Tierra. Estos datos derivados de satélites son invalorables tanto para responder a las crisis como para la planificación de largo plazo, lo que permite contar con un trabajo de respuesta a las emergencias bien organizado, así como empoderar a los esfuerzos por fortalecer la democracia. Otros sensores permiten a los científicos analizar el impacto del cambio climático y diseñar procesos de remedio más apropiados.

La conectividad de internet célebremente posibilita el activismo y fomenta comunidades de personas con conciencia cívica alrededor del mundo. La conectividad hecha posible por los satélites construye a partir de estas tendencias y ayuda a vincular a los ciudadanos con los servicios sociales y entre ellos. Las redes de internet satelital superan muchos de los retos logísticos que impiden que las redes de banda ancha terrestres atiendan a comunidades rurales o de difícil acceso. Las asociaciones público-privadas han mejorado los servicios en áreas que sufrían por una conectividad de banda ancha mala o inexistente.

Se pueden usar otras herramientas de observación de la Tierra para mejorar los procesos democráticos. Unos mapas detallados derivados de imágenes satelitales pueden usarse para ayudar a prepararse para, ejecutar y analizar los resultados electorales. Los datos de los satélites dan una imagen clara de los mapas electorales, lo que permite a la sociedad civil identificar problemas y proponer cambios significativos. Por ejemplo, los mapas satelitales pueden identificar poblaciones subatendidas y validar nuevos centros de votación en el periodo inmediatamente previo a una elección. Los mapas precisos pueden asimismo revelar tendencias en la votación y, cuando se les superpone con información socioeconómica o demográfica proveniente de otras fuentes, pueden informar los renovados esfuerzos por llegar a los votantes y la estrategia de campaña. La conectividad satelital tiene una
historia probada de facilitar la recolección y transmisión de votos de modo transparente, seguro y oportuno.

Los servicios satelitales apoyan directamente el trabajo de desarrollo en una serie de esfuerzo, lo que incluye el desarrollo agrícola, monitoreo medioambiental, y el mapeo de indicadores socioeconómicos. Estos tipos de datos respaldan tanto la planificación de proyectos como su monitoreo y evaluación. Antes los satélites grandes empleaban enormes sensores ópticos o de otro tipo para recoger datos mientras pasaban sobre la Tierra. La miniaturización de estos sensores permite a los operadores lanzar varios satélites, reduciendo así la cantidad de tiempo que toma volver a visitar un lugar de interés. Los paradigmas emergentes del diseño de sistemas satelitales, como las grandes constelaciones de satélites que observan la Tierra, pueden volver a visitar zonas del planeta con mayor frecuencia, recogiendo así datos que permiten a los investigadores monitorear los cambios con más matices y fidelidad.

El monte Mulanje captado por el sistema ISERV a bordo de la Estación Espacial Internacional
Source: https://www.nasa.gov/image-article/servirs-iserv-image-of-mulanje-massif-malawi/

Las imágenes satelitales y los datos de observación de la Tierra van más allá de tener un impacto en el monitoreo del impacto de los esfuerzos por el desarrollo, y se les podría usar para planificar respuestas a las crisis. Los datos buenos de epidemiología y otras cuestiones de salud pública jamás habían sido más valiosos que hoy, en un mundo postpandémico. Los satélites son fundamentales para la recolección de dichos datos. Se les usa cada vez más para aplicaciones de salud pública, entre ellas la comprensión de los factores subyacentes que tienen un impacto sobre quienes están más en riesgo de padecer una enfermedad. Recientes avances en la recolección de datos satelitales ayudaron a los investigadores a construir una comprensión más profunda y más matizada de los problemas de salud pública. Esto a su vez ayuda las respuestas hechas a medida, y en algunos casos puede complementar los esfuerzos de prevención. Por ejemplo, el análisis de los datos recogidos por los satélites podría ayudar a identificar dónde podría darse el siguiente peligro para la salud pública permitiendo así tomar medidas preventivas. Este tipo de servicio satelital puede hacerse aún más poderoso en conjunción con otras tecnologías emergentes, como los proyectos de inteligencia artificial y aprendizaje automático y big data. Dichos nexos exponen los datos satelitales a las preocupaciones y riesgos inherentes a estas otras tecnologías emergentes.

Imagen compuesta de la Tierra de noche generada con imágenes del espectrorradiómetro de imágenes de media resolución. Este tipo de imagen ha sido usada por investigadores de salud pública para calcular mejor las poblaciones en riesgo

La actual tecnología y servicios satelitales son vulnerables a los esfuerzos autoritarios o antidemocráticos. Dado que los satélites son esencialmente hardware, los ataques físicos siguen siendo una seria amenaza. Las estaciones y terminales terrestres son a menudo blanco de intentos para limitar el acceso de los ciudadanos a la conectividad posibilitada por satélites. Las antenas de televisión y las terminales de internet de los satélites son difíciles de esconder sin reducir su eficacia, lo que hace de ellas blancos fáciles para la policía o los servicios de seguridad antidemocráticos que desean limitar el acceso de la ciudadanía. Los diseños de futuros sistemas no han podido abordar las vulnerabilidades que las terminales actuales tienen. En algunos casos extremos, las señales de los satélites podrían ser interferidas para prevenir que los ciudadanos accedan a un servicio. Las regulaciones domésticas constituyen otro obstáculo. Los Estados mantienen su jurisdicción to prevent citizens from accessing a service. Domestic regulations pose another hurdle. States maintain jurisdiction sobre la radiofrecuencia del espectro dentro de sus fronteras, y pueden usar procesos de licenciamiento y reguladores para controlar qué tipo de sistemas de conectividad están a disposición de sus ciudadanos y visitantes extranjeros.

Inicio

Oportunidades

Los satélites pueden tener impactos positivos cuando se les usa para promover la democracia, los derechos humanos y las cuestiones de gobernanza. Lea a continuación cómo reflexionar de modo más eficaz y seguro sobre cómo usar los satélites en su trabajo.

Sáltese un paso

Muchos ciudadanos en desiertos digitales pueden ahora evitar los métodos de conectividad tradicionales y saltarse el obstáculo para beneficiarse de la conectividad posibilitada por los satélites. Una mejor conectividad de internet brinda una nueva vía para que los ciudadanos se beneficien con los servicios civiles y tomen parte en el discurso político. El acceso a internet puede expandirse sin necesidad de proyectos de infraestructura locales costosos e intensivos.

Inclusión digital

Los datos y servicios satelitales tienen usos agrícolas más allá del monitoreo de cultivos y la optimización de recursos. Los pequeños agricultores, sobre todo en los LMIC que no cuentan con una infraestructura bancaria establecida, a menudo quedan excluidos de los mercados financieros tradicionales que solo dan crédito mas no ahorros, préstamos u otros servicios. Las mujeres asimismo se ven también afectadas de modo desproporcionado por la exclusión financiera. Prestamistas innovadores como Harvesting Farmers Network usan tecnologías satelitales y detección remota para remediar estas brechas y atender a productores agrícolas subatendidos. Los datos provenientes de la observación de la Tierra pueden emplearse para evaluar la productividad agrícola, ayudar a los prestamistas a ir más allá de requerir una huella de papel u otra documentación, y a reducir las barreras al acceso a los mercados financieros.

El acceso a la banca mediante la conectividad posibilitada por los satélites atiende a poblaciones que se encuentran más allá de los pequeños productores agrícolas. La conectividad satelital ayuda a las poblaciones geográficamente aisladas a utilizar servicios financieros. Los satélites están ayudando a poblaciones no atendidas o subatendidas del África subsahariana a tener acceso a la banca, en tanto que México se ha asociado con proveedores comerciales de internet satelital para alcanzar resultados similares de inclusión financiera digital.

Más datos, menos hardware

Los satélites pueden ser sistemas costosos, pero el acceso a sus servicios y datos no tiene por qué ser un desembolso financiero prohibitivamente grande. Los operadores de satélites a veces hacen que los datos que sus sistemas recogen estén a disposición del público gratuitamente. Esta práctica es común en el gobierno y la industria: la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de los Estados Unidos ofrece diversos conjuntos de datos gratuitos para apoyar una cultura científica abierta y colaborativa en todo el mundo. Los actores de la industria de los satélites toman un enfoque ligeramente distinto con respecto a los datos abiertos. Algunas entidades comerciales como Maxar tienen un largo historial de proporcionar datos gratuitos y abiertos en épocas de crisis o después de los desastres para ayudar a las respuestas humanitarias.

El compartir abierto de datos de los satélites a través de las fronteras ayuda a los investigadores a construir diversos equipos para que enfrenten problemas de salud pública. Y sin embargo sigue habiendo oportunidades para dar un mejor uso a los datos de los satélites. Hay espacio para mejorar tanto la recolección de datos de teledetección como la forma en que usamos dichos datos derivados de satélites. Es importante que los usuarios finales entiendan los efectos del preprocesamiento de datos, pues este puede tanto ayudar al análisis como estorbarlo. Técnicas destintas pueden tener un impacto sobre la utilidad de los datos satelitales, optimizando a veces el proceso analítico y eliminando la necesidad de contar con expertos internos. De otro lado, la recepción de datos preprocesados limitaría la sofisticación del análisis final. Los datos sin procesar podrían ser la mejor opción cuando se cuenta con ellos, si es que la organización tiene la capacidad técnica y el tiempo para procesarlos. Es por ello importante usar imágenes y datos de teledetección que encajen tanto con la finalidad de una organización como con su pericia técnica.

Imagen con el color mejorado de fitoplancton en el talud patagónico, tomada por el Suomi National Polar Orbiting Partnership Satellite Source: https://www.nasa.gov/image-article/colorful-plankton-full-patagonian-waters/

Cooperación sur-sur y el rechazo de las expectativas postcoloniales

Más y más países vienen participando en el desarrollo de la tecnología satelital o usando datos provenientes de satélites, incluso los del Sur Global. Muchos de estos gobiernos están colaborando o asociándose con actores industriales establecidos, o bien con otras potencias espaciales más avanzadas. A medida que más LMIC desarrollen sus capacidades locales, también expandirán el potencial para una cooperación sur-sur más profunda. Es más, el Sur Global puede ir en contra de las narrativas coloniales invirtiendo en satélites y sistemas espaciales. Los Estados con historias coloniales pueden ir en contra de las expectativas de que debieran basar sus economías en la extracción de recursos u otros productos rudimentarios, suministrando activos altamente técnicos como satélites a una escala global.

Amazonia-1, el primer satélite del Brasil, siendo lanzado en Sriharikota, India Source: http://www.inpe.br/amazonia1/img/galeria/66.jpg

Inicio

Riesgos

El uso de tecnologías emergentes puede también crear riesgos en los programas de la sociedad civil. Lea a continuación cómo distinguir los posibles peligros asociados con los satélites en el trabajo de DRG, así como de qué modo mitigar las consecuencias involuntarias y voluntarias.

Regulaciones onerosas

Disponer la conectividad satelital no es tan simple como encender un aparato: los emisores deben recibir autorizaciones específicas y licencias del gobierno de un país para emitir la conectividad hacia su territorio. Unos procesos burocráticos gubernamentales bien intencionados pero onerosos podrían retrasar el momento en que una población podrá beneficiarse con la conectividad satelital. En otros casos los intereses políticos podrían impedir que los operadores de los satélites atiendan a una población, en un intento de controlar el acceso que los ciudadanos tienen a la información o a campañas de oposición.

Vulnerabilidad de la señal

Las señales de los satélites son vulnerables a la interferencia, aun cuando un operador tiene licencia plena para operar en un país. Las señales son susceptibles tanto a la interferencia política como física. Los gobiernos podrían elegir revocar las licencias, finalizando efectivamente la capacidad de un operador para suministrar legalmente servicios de conectividad dentro de las fronteras de un país con poco o ningún aviso. Los malabares burocráticos que un proveedor de servicio debe efectuar para recibir una licencia, son a menudo más onerosos que el proceso para que un gobierno revoque el derecho que un proveedor de conectividad satelital tiene a emitir una señal. Hay pocas mejores prácticas o directrices ejemplares acerca de qué constituye una razón para revocar una licencia, de modo que cada Estado constituye un caso aparte. No queda claro que muchos Estados hayan llevado a cabo un proceso reflexivo para entender por qué, y bajo qué circunstancias, un proveedor satelital perdería su licencia de operación.

Dependencia excesiva

Una compañía puede dejar de suministrar servicios satelitales del mismo modo que un gobierno puede revocar una licencia. La sociedad civil debe por ende desconfiar de depender demasiado de un solo proveedor, en caso que éste decida cortar el servicio. Un proveedor podría dejar de atender a un país por muchas razones, entre ellas por dificultades financieras o por motivaciones políticas. Por ejemplo, durante la guerra actualmente en curso en Ucrania, la conectividad de Starlink fue ahogada aunque no apagada del todo.

Los actores de la sociedad civil que deseen trabajar con otras entidades en proyectos satelitales debieran asimismo cuidarse de no hacerse excesivamente dependientes de socios que puedan tener un apalancamiento abrumador sobre un proyecto. Los incentivos que motivan la transferencia tecnológica y el compartir conocimientos no siempre están alineados entre los socios. Los problemas del alineamiento pueden provocar fricciones y afectar los beneficios de un proyecto. Es probable que este riesgo también habrá de ser relevante en las interacciones entre Estados.

Acceso no ético a los datos

En las manos equivocadas, los datos satelitales podrían ser empleados para diversos fines malévolos. Los datos de ubicación, mapas o logs de cuándo un dispositivo estuvo transmitiendo una señal a un satélite, podrían ser usados por malos actores para erosionar la privacidad física. Los proveedores de la conectividad satelital podrían vender los datos de los usuarios, pero algunos tipos de datos sensibles podrían ser obtenidos por terceros con técnicas de recolección sofisticadas. Pocos países han establecido unas fuertes regulaciones domésticas con la cual limitar los efectos negativos de la vigilancia electrónica de la conectividad hecha posible por los satélites.

Carga financiera

Las sociedades con entidades comerciales o Estados extranjeros podrían ser necesarias incluso con los riesgos concomitantes de una dependencia excesiva, dados los altos costos que tiene diseñar y lanzar un satélite. Si bien es cierto que los avances en la fabricación y lanzamiento han reducido los costos del despliegue y operación de un satélite, los sistemas diseñados exclusivamente para este fin a menudo siguen siendo demasiado prohibitivos. Esto es particularmente prominente en Estados que tienen un espacio fiscal limitado y la obligación de enfrentar otros problemas sociales.


Retención de talento

Los países que hacen un esfuerzo concertado para desarrollar una industria satelital, o para brindar a sus ciudadanos servicios respaldados por satélites, podrían también tener problemas para retener la capacidad técnica. Para los países de ingresos bajos y medios resulta difícil conservar ingenieros y otros profesionales bien formados, dedicados a los satélites domésticos. Estos problemas son aún más agudos cuando los ciudadanos dependen de socios extranjeros y no ven vías locales para el crecimiento y la productividad. Este problema se ve asimismo exacerbado por el hecho que los salarios estatales no pueden esperar alcanzar a los que el sector privado tiene para los expertos en tecnología. Sin talento doméstico al cual recurrir, los Estados corren el riesgo de no poder defenderse ni en las negociaciones de servicios técnicos, ni tampoco en los foros multilaterales sobre la gobernanza espacial y el establecimiento de normas.

Falta de gobernanza multilateral

Nuevos paradigmas como las megaconstelaciones amenazan la capacidad de las generaciones futuras para beneficiarse con tecnologías en la órbita terrestre. Este riesgo de sobrepoblación es similar a los principios de sostenibilidad medioambiental terrestre. Las órbitas de la Tierra pueden ser gigantescas en términos del volumen total, pero son un recurso finito. Hay una línea fina entre la maximización del uso de dichas órbitas, y el lanzamiento de tantos satélites al espacio de modo que ninguno puede operar con seguridad. Esta sobrepoblación afecta a toda la humanidad, pero es particularmente aguda para los Estados emergentes o que aspiran a dominar el espacio, que se podrían ver obligados a operar en un entorno de alto riesgo al haber perdido la ventana de oportunidad para dar sus primeros pasos en el espacio durante un periodo relativamente más seguro. Semejante situación tiene efectos secundarios: aquellos Estados que no son capaces de iniciar sus actividades espaciales con seguridad, tienen también menos posibilidades de poder demostrar y reforzar las expectativas normativas de comportamiento responsable. Las vías para participar en los actuales procesos multilaterales de gobernanza espacial se hacen más difíciles al no haber demostrado su capacidad espacial.

Hay pocas normas globales que respaldan los usos sostenibles y equitativos del espacio. Algunos Estados recientemente han adoptado regulaciones más estrictas de cómo es que las compañías pueden usar el espacio, pero es poco probable que el esfuerzo no coordinado de unos cuantos Estados pueda asegurar el acceso de la humanidad al entorno orbital de bajo riesgo para las generaciones por venir. Alcanzar estas metas de sostenibilidad espacial es una empresa global que requiere de cooperación multilateral.

Inicio

Preguntas

Hágase estas preguntas para entender las implicaciones que el satélite usado en su trabajo tiene:

  1. ¿Hay barreras que impiden que los beneficios de los satélites sean aprovechados en su país? ¿Cuáles son? ¿Financiamiento? ¿Conocimientos? ¿Falta de gobernanza local?
  2. ¿Los datos o servicios derivados de los satélites están personalizados a sus necesidades específicas?
  3. ¿Cuán competitivo es el mercado de servicios satelitales en su zona, y cómo es que esta competencia, o su ausencia, afecta el costo de acceder a dichos servicios?
  4. ¿Los satélites que posibilitan la conectividad a los que piensa usar tienen medidas de ciberseguridad actualizadas?
  5. ¿Qué tipos de estación(es) terrestre(s) usa el sistema espacial, y está dicha infraestructura suficientemente protegida de su toma o manipulación?
  6. ¿El propietario u operador del satélite se adhiere o promueve los usos sostenibles del espacio?
  7. ¿Qué cambios estructurales o reguladores deben implementarse dentro de su país de interés para extraer el mayor valor posible a un sistema satelital?
  8. ¿Cómo se han implementado los sistemas satelitales en otros Estados? De ser así, ¿hay formas de evitar o superar los problemas antes de su implementación?/div>
  9. ¿Cómo podría su uso de los servicios o datos satelitales, promover la adopción de comportamientos internacionales nacientes que preserven su capacidad de acceder a servicios espaciales en el largo plazo?
  10. ¿Está creando dependencias riesgosas? ¿Cuán confiables y estables son las organizaciones de las que depende? ¿Cuenta con un plan de contingencia?
  11. ¿Las aplicaciones a las cuales accede a través de la conectividad satelital son seguras y confiables?

Inicio

Estudios de caso

Inscripción electoral en Vanuatu

Inscripción electoral en Vanuatu
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Centro de Satélites de las Naciones Unidas (UNOSAT) se asociaron en una iniciativa para ayudar a la inscripción de votantes en Vanuatu, en preparación para las elecciones provinciales de 2021. UNOSAT utilizó los datos satelitales para preparar el primer conjunto de datos completo que representaba a todos los pueblos del archipiélago. Estos datos fueron usados conjuntamente con medidas de la concurrencia electoral, para así cuantificar el impacto de los centros de votación. Los datos de los satélites fueron usados para ubicar poblaciones difíciles de alcanzar y maximizar la participación electoral. El uso de los datos satelitales ayudó a mejorar el trabajo relacionado con las elecciones, y redujo la carga en los funcionarios electorales para que pudieran concentrarse en atender otros aspectos de la elección.

Asociaciones para proporcionar imágenes que apoyen la paz

Asociaciones para proporcionar imágenes que apoyen la paz
La capacidad de los satélites para captar imágenes cenitales es particularmente valiosa para documentar las violaciones de los derechos humanos en Estados que restringen el acceso a activistas e inspectores. Una reciente asociación entre Human Rights Watch y Planet, una compañía con sede en los EE. UU que opera satélites de observación de la Tierra, permitió a grupos de activistas responsabilizar a la dirigencia nacional de un país. En este caso Human Rights Watch analizó imágenes satelitales de Myanmar proporcionadas por Planet, para confirmar la destrucción de aldeas de etnia rohinyás. La frecuente recolección de imágenes de satélites mostró que varias docenas de aldeas fueron quemadas, contradiciendo así las declaraciones de Myanmar de que las operaciones de limpieza estatales habían terminado. Los activistas usaron esta verdad descubierta para pedir un urgente cese de la violencia y apoyar el suministro de ayuda humanitaria.

Televisión satelital

Televisión satelital
Los satélites posibilitan muchas formas de comunicación de masas, la televisión inclusive. Aunque esta es una diversión o lujo en muchas partes del mundo, es también una herramienta poderosa con que dar forma al discurso político. La televisión satelital puede brindarle a la ciudadanía programas de todo el mundo, expandiendo así los horizontes más allá de la programación local. La televisión satelital llegó a la India en 1991, tras años de control estatal sobre los medios de radiodifusión. De un lado, el formato de recepción de internet satelital fue un marcador del modernismo, en tanto que del otro la programación que brindaba se hizo un fenómeno social. La televisión satelital trajo consigo más de 300 nuevos canales a la India, nutriendo así la participación cultural y apoyando la forma en que la ciudadanía consideraba interactuar, entre sí y con el Estado. Esto fue particularmente liberador en el contexto postcolonial, puesto que era ahora la sociedad india la que controlaba sus medios de comunicación y mostraba consideraciones de identidad social mediante la televisión satelital..

Trabajo ecológico de Servir

Trabajo ecológico de Servir
Mediante el programa Servir, una iniciativa colaborativa liderada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de los EE.UU., las agencias del gobierno estadounidense se asocian con organizaciones locales en regiones afectadas para que empleen los datos de los satélites en el diseño de soluciones con que abordar problemas ambientales en todo el mundo. Entre otras muchas contribuciones, el equipo de Servir viene trabajando en conjunto con socios en Perú y Brasil para usar datos satelitales y geoespaciales en mapas precisos, con los cuales ayudar a informar decisiones acerca de políticas agrícolas y medioambientales. Este trabajo apoya los esfuerzos de las partes interesadas por entender la compleja interface entre productividad agrícola y la sostenibilidad ambiental. Los resultados se usan para diseñar incentivos de política que promuevan la agricultura sostenible del cacao y el aceite de oliva. Las partes interesadas locales, que incluyen a las comunidades agrícolas, pueden usar los datos derivados de los satélites para optimizar su uso de la tierra.

Cooperación sur-sur en el monitoreo agrícola

Cooperación sur-sur en el monitoreo agrícola Los satélites son herramientas valiosas para los desarrollos agrícolas. El CropWatch program, iniciado por la Academia de Ciencias de China, trabaja para proporcionar a los LMIC acceso a datos recogidos por satélites y capacitarlos para usarlos para sus fines específicos. Este programa respalda el monitoreo agrícola y permite que los Estados se preparen mejor para los problemas de seguridad alimentaria. Los Estados han sido capaces de interactuar entre sí gracias a extensos programas de capacitación, lo que permite una colaboración sur-sur en problemas compartidos. Los datos recogidos mediante CropWatch pueden personalizarse para adecuarse a las necesidades locales.

Acceso a una voz

El uso clandestino de internet satelital ha permitido a los manifestantes en Irán acceder a la internet mediante métodos alternativos. El gobierno iraní ejerce un estrecho control sobre los métodos tradicionales de acceso a la internet para sofocar las protestas y el activismo civil. Estos métodos de controlar o de limitar la libre expresión, el activismo democrático y la organización civil aún no han logrado limitar el acceso de la ciudadanía a la internet satelital proporcionada por servicios como Starlink. El gobierno iraní aún ejerce cierto control sobre la internet satelital en el país: las terminales terrestres tienen que ingresar de contrabando por las fronteras para prestar servicio a los activistas.

Amnesty Decode Darfur Project

Amnesty Decode Darfur Project
Los satélites ayudan a confirmar verdades fundamentales. Amnistía Internacional tiene una larga historia de usar imágenes satelitales para presentar evidencias creíbles de abusos de los derechos humanos. Este proyecto solicitaba que voluntarios digitales mapearan a Darfur e identificaran poblaciones potencialmente vulnerables. La siguiente fase del proyecto comparó imágenes satelitales del mismo lugar tomadas en distintos momentos, para ubicar con precisión evidencias de los ataques del gobierno sudanés y las fuerzas de seguridad asociadas. Amnistía tiene su propio equipo de análisis de imágenes satelitales in-house para corroborar las versiones sobre el terreno de violencia, pero este proyecto mostró que incluso el análisis efectuado por voluntarios amateurs de las imágenes satelitales era una forma viable de investigar los abusos contra los derechos humanos y responsabilizar a los Estados.

Inicio

Referencias

A continuación encontrará los trabajos citados en este recurso.

Fuentes afines

Inicio

Categories

Ciudades inteligentes

¿Qué son las ciudades inteligentes?

Las ciudades inteligentes pueden tomar muchas formas, pero en general aprovechan las tecnologías digitales como la inteligencia artificial (IA) y la Internet de las Cosas (IdC) para mejorar la vida urbana. Las tecnologías y la recolección de datos que sostienen a estas ciudades tienen el potencial para automatizar y mejorar el suministro de servicios, fortalecer la preparación para los desastres, impulsar la conectividad y mejorar la participación ciudadana. Pero si las ciudades inteligentes se implementan sin transparencia y respeto por el imperio de la ley, corren el riesgo de erosionar las buenas normas de gobernanza, minar la privacidad y extinguir la libre expresión.

¿Cómo funcionan las ciudades inteligentes?

La luz solar ilumina un mercado al anochecer en Msimba, Tanzania. Las ciudades inteligentes integran la tecnología con la infraestructura ya existente para recoger datos y optimizar el uso de los recursos. Crédito de la fotografía: Jake Lyell.
La luz solar ilumina un mercado al anochecer en Msimba, Tanzania. Las ciudades inteligentes integran la tecnología con la infraestructura ya existente para recoger datos y optimizar el uso de los recursos. Crédito de la fotografía: Jake Lyell.

Las ciudades inteligentes integran la tecnología con la infraestructura nueva y la ya existente —como carreteras, aeropuertos, edificios municipales y a veces hasta residencias privadas— para optimizar la asignación de recursos, evaluar las necesidades de mantenimiento y monitorear la seguridad ciudadana. El término “ciudad inteligente” no se refiere a una única tecnología, sino más bien a múltiples que operan juntas para mejorar la habitabilidad de una zona urbana. No hay una lista oficial de las tecnologías que una ciudad necesita para implementar lo que se considera “inteligente”. Pero una de estas ciudades sí requiere de planificación urbana, lo que incluye una estrategia de crecimiento administrada por el gobierno local, con una contribución significativa del sector privado.

Los datos constituyen el meollo de la ciudad inteligente

Las ciudades inteligentes por lo general dependen de un procesamiento de datos en tiempo real y de herramientas de visualización que informen la toma de decisiones. Esto usualmente quiere decir recoger y analizar datos tomados por sensores inteligentes instalados por toda la ciudad y conectados a través de la Internet de las Cosas para abordar problemas como el tráfico vehicular, la contaminación del aire, el manejo de desechos y la seguridad física.

La recolección de datos en las ciudades inteligentes también brinda un mecanismo de retroalimentación con que fortalecer la relación entre la ciudadanía y el gobierno local cuando le acompañan medidas de transparencia, como hacer pública la información referida a los presupuestos oficiales y la asignación de recursos. Sin embargo, el mal uso dado a los datos personales sensibles podría alienar a los ciudadanos y reducir la confianza. Una estrategia de manejo de datos detallada y que respete los derechos, podría ayudar a asegurar que los ciudadanos entiendan (y consientan a) cómo se recogen sus datos, se les procesa y guarda, y cómo se les usará en beneficio de la comunidad.

Toda ciudad inteligente es diferente

Las ciudades son extremadamente diversas y la implementación de las ciudades inteligentes variará dependiendo de la ubicación, las prioridades, los recursos y las capacidades. Algunas de ellas se construyen superponiendo las TIC sobre la infraestructura ya existente, como en Nairobi, en tanto que otras son construidas “a partir de cero”, como Konza, el “Silicon Valley” de Kenia. Además del desarrollo tecnológico, otros elementos no digitales de las ciudades inteligentes son las mejoras en las viviendas, una mejor capacidad de caminar, la creación de nuevos parques, la preservación de la vida silvestre, etc. En última instancia, el énfasis en una mejor gobernanza y sostenibilidad puede generar mejores resultados para los ciudadanos que un enfoque explícito en la tecnología, la digitalización y el crecimiento.

Las ciudades inteligentes en los países en vías de desarrollo enfrentan singulares retos legales, reguladores y socioeconómicos.

Ejes impulsores del desarrollo de una ciudad inteligente en los países en vías de desarrollo

  • Capacidad de financiamiento del gobierno
  • Entorno regulador en que los ciudadanos e inversionistas confían
  • Disponibilidad de tecnología e infraestructura
  • Capital humano
  • Estabilidad en el desarrollo económico
  • Compromiso y participación ciudadanos activos
  • Transferencia de conocimientos y participación del sector privado
  • Un ecosistema que promueve la innovación y el aprendizaje

Barreras para el desarrollo de una ciudad inteligente en los países en vías de desarrollo

  • Limitaciones presupuestarias y cuestiones de financiamiento
  • Falta de inversión en infraestructura básica
  • Falta de disponibilidad de infraestructura relacionada con la tecnología
  • Autoridad fragmentada
  • Falta de marcos de gobernanza y salvaguardas reguladoras
  • Falta de capital humano calificado
  • Problemas medioambientales
  • Falta de participación ciudadana
  • Analfabetismo tecnológico y déficit de conocimientos

Niños jugando en la plaza Limonade, Haití. Los proyectos de ciudad inteligente pueden mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Crédito de la fotografía: Kendra Helmer/USAID.
Children playing at Limonade plaza, Haiti. Smart city projects can improve the quality of life for citizens. Photo credit: Kendra Helmer/USAID.

El desarrollo de una ciudad inteligente que realmente beneficie a los ciudadanos requiere de una cuidadosa planificación, lo que usualmente toma varios años antes de que la infraestructura de la ciudad pueda ser actualizada. Su implementación debiera darse gradualmente a medida que la voluntad política, la demanda cívica y los intereses del sector privado van convergiendo. Los proyectos de ciudades inteligentes solamente pueden ser exitosos cuando la ciudad ha desarrollado una infraestructura básica y levantado protecciones legales para asegurar que la privacidad de los ciudadanos se respete y salvaguarde. La infraestructura necesaria para las ciudades inteligentes es costosa y necesita un mantenimiento de rutina y en marcha, y su revisión por parte de profesionales calificados. Muchos proyectos planeados de ciudades inteligentes quedaron consignados a los cementerios de los sensores olvidados debido a la falta de un mantenimiento adecuado, o porque los datos recogidos no fueron finalmente valiosos para el gobierno y los ciudadanos.El desarrollo de una ciudad inteligente que realmente beneficie a los ciudadanos requiere de una cuidadosa planificación, lo que usualmente toma varios años antes de que la infraestructura de la ciudad pueda ser actualizada. Su implementación debiera darse gradualmente a medida que la voluntad política, la demanda cívica y los intereses del sector privado van convergiendo. Los proyectos de ciudades inteligentes solamente pueden ser exitosos cuando la ciudad ha desarrollado una infraestructura básica y levantado protecciones legales para asegurar que la privacidad de los ciudadanos se respete y salvaguarde. La infraestructura necesaria para las ciudades inteligentes es costosa y necesita un mantenimiento de rutina y en marcha, y su revisión por parte de profesionales calificados. Muchos proyectos planeados de ciudades inteligentes quedaron consignados a los cementerios de los sensores olvidados debido a la falta de un mantenimiento adecuado, o porque los datos recogidos no fueron finalmente valiosos para el gobierno y los ciudadanos.

Elementos comunes de una ciudad inteligente

A continuación aparece un resumen de las tecnologías y prácticas comunes a las ciudades inteligentes, pero esta lista en modo alguno es exhaustiva o universal.

Wi-Fi abierto: una conectividad asequible y confiable a internet es esencial para una ciudad inteligente. Algunas de ellas brindan acceso gratuito a internet de alta velocidad mediante una infraestructura inalámbrica que abarca toda la ciudad. El Wi-Fi gratuito puede facilitar la recolección de datos, apoyar a los servicios de emergencia y alentar a los vecinos a usar los espacios públicos.

Internet de las cosas (IdC): la internet de las cosas es una red en expansión de dispositivos físicos conectados mediante la internet. Desde vehículos a refrigeradores o sistemas de calefacción, estos dispositivos se comunican con los usuarios, programadores, aplicaciones y otros más recolectando, intercambiando y procesando datos. Por ejemplo, los datos recogidos en un medidor de agua inteligente pueden dar forma a mejores respuestas a problemas como las fugas de agua o su desperdicio. La IdC se ve facilitada en gran medida por el surgimiento de los teléfonos inteligentes, que permiten a la gente conectarse fácilmente entre sí y con otros dispositivos.

5G: los servicios de las ciudades inteligentes necesitan internet de alta velocidad y gran ancho de banda para manejar la cantidad de datos generados por la IdC y procesarlos en tiempo real. La creciente conectividad y capacidad de procesamiento de la infraestructura de internet de 5G facilita muchos de los procesos relacionados con internet, necesarios para las ciudades inteligentes.

Redes eléctricas inteligentes: éstas son redes de energía que emplean sensores para recolectar datos en tiempo real acerca de su uso energético y los requisitos de la infraestructura y de los ciudadanos. Además de controlar los servicios públicos, las redes eléctricas inteligentes monitorean la electricidad, distribuyen la banda ancha para mejorar la conectividad y controlan procesos como el tráfico. Estas redes dependen de una serie de operadores de electricidad e involucran a una amplia red de partes, entre ellas vendedores, proveedores, contratistas, operadores de generación distribuida y consumidores.

Sistema inteligente de transporte (SIT): con los sistemas inteligentes de transporte, diversos mecanismos de transporte pueden ser coordinados para reducir el uso de energía, disminuir la congestión del tráfico y disminuir el tiempo de viaje. Los SIT se concentran en la “entrega en el último kilómetro” o en optimizar el proceso de entrega. Los vehículos autónomos suelen estar asociados con ciudades inteligentes, pero los SIT van más allá de vehículos individuales.

Vigilancia: al igual que los objetos conectados, los datos acerca de los residentes pueden ser retransmitidos, juntados y analizados. En algunos casos, las cámaras existentes de CCTV pueden ser unidas a un avanzado software de video-analítica y conectados con la IdC para manejar el tráfico y la seguridad pública. Las soluciones con infraestructura de videovigilancia fija dan cuenta de la inmensa mayoría de la vigilancia en las ciudades inteligentes del mundo, pero las soluciones de vigilancia móvil también vienen creciendo rápidamente. La expansión de la vigilancia a la identificación personal es un tema fuertemente debatido y que tiene ramificaciones significativas para la sociedad civil y los actores de DRG.

ID digital y servicios de entrega: los servicios de identificación digital pueden vincular a los ciudadanos con su ciudad al facilitar la apertura de una cuenta bancaria o el acceso a los servicios de salud. La ID digital centraliza toda la información e historia de transacciones, lo cual es conveniente para los ciudadanos pero también introduce algunas preocupaciones de seguridad. Técnicas tales como la divulgación mínima (depender de la menor cantidad de datos que sea posible) y tecnologías descentralizadas como la identidad autosoberana (SSI) podrían ayudar a separar la identidad, la transacción y el dispositivo.

e-gobierno: el gobierno electrónico —el uso de la tecnología para proporcionar servicios del gobierno al público— busca mejorar el suministro de servicios, mejorar el compromiso ciudadano y construir la confianza. Hacer que más información, como los presupuestos gubernamentales, sea pública y esté a disposición de los ciudadanos es un elemento primario del e-gobierno. El servicio con teléfonos inteligentes es otra estrategia, puesto que la tecnología móvil combinada con una plataforma de e-gobierno puede ofrecer a la ciudadanía un acceso remoto a los servicios municipales.

Director de tecnología: algunas ciudades inteligentes tienen un director de tecnología (CTO) o director de sistemas de información (DSI), que lidera los esfuerzos de la ciudad para desarrollar soluciones tecnológicas creativas y eficaces en colaboración con los vecinos y los funcionarios electos. El CTO o el DSI estudian a la comunidad, aprenden las necesidades de los ciudadanos, planean y ejecutan iniciativas afines, y supervisan la implementación y las mejoras continuas.

Interoperabilidad: los muchos y distintos servicios y herramientas usados en una ciudad inteligente debieran funcionar juntos, para que se comuniquen entre ellos y para compartir datos. Esto necesita de un diálogo y una cuidadosa planificación entre los proveedores de empresas y los gobiernos de la ciudad. La interoperabilidad quiere decir que la nueva infraestructura debe poder funcionar encima de la infraestructura ya existente de una ciudad (por ejemplo, instalar nueva iluminación LED “inteligente” encima de los sistemas de alumbrado ya existentes de la ciudad).

“Una ciudad inteligente es un proceso de continua mejora en los métodos de funcionamiento de la ciudad. No es un big bang.”

JEFE DE PROYECTOS DE UNA CIUDAD INTELIGENTE EN BORDEAUX, FRANCIA

Inicio

¿De qué modo son las ciudades inteligentes relevantes en el espacio cívico y para la democracia?

Tal como se describe con mucho mayor detenimiento en la sección oportunidades de este recurso, las ciudades inteligentes pueden mejorar la eficiencia energética así como la preparación para los desastres, e incrementar la participación cívica. Pero ellas son, de muchas formas, un arma de doble filo y pueden también facilitar una vigilancia excesiva e infringir los derechos de reunión y de libre expresión.

Alumbrado público en Macasar, Indonesia. Las ciudades inteligentes tienen el potencial para alcanzar las metas de reducción del carbono y de energía renovable, así como mejorar la eficiencia económica y la distribución energética. Crédito de la fotografía: USAID.
Alumbrado público en Macasar, Indonesia. Las ciudades inteligentes tienen el potencial para alcanzar las metas de reducción del carbono y de energía renovable, así como mejorar la eficiencia económica y la distribución energética. Crédito de la fotografía: USAID.

En países autoritarios, las ciudades inteligentes pueden convertirse en unos poderosos instrumentos para la manipulación y el control. Las de China, por ejemplo, están vinculadas con el concepto que el Partido Comunista Chino tiene del “manejo social”, esto es los intentos del partido gobernante por dar forma, manejar y controlar la sociedad. Cuando se implementan sin transparencia o respeto por el imperio de la ley, las tecnologías de las ciudades inteligentes —como un medidor de luz inteligente, que busca mejorar la precisión de las lecturas— puede ser abusado por el gobierno como un indicador de comportamientos “anormales” que indican reuniones “ilegales”. En casos extremos, la vigilancia y el monitoreo facilitados por una ciudad inteligente podrían disuadir a la ciudadanía de reunirse para protestar, o de expresar de algún otro modo su oposición a las leyes y directrices locales.

La participación de actores autoritarios en el diseño y funcionamiento de las ciudades inteligentes constituye una amenaza significativa para la democracia, en particular en países con tendencias intolerantes preexistentes o débiles instituciones de supervisión. Los socios de la tecnológica china Huawei —que brinda “soluciones” de ciudad inteligente que incluyen el reconocimiento facial y de placas de autos, el monitoreo de medios sociales y otras capacidades de vigilancia—tienden a ser no liberales, lo que hace surgir la preocupación de que el Partido Comunista Chino está exportando autoritarismo. En al menos dos casos, los técnicos de Huawei “ayudaron a gobiernos africanos a espiar a sus opositores políticos, incluso interceptando sus comunicaciones encriptadas y medios sociales, y usaron los datos de celulares para rastrear su ubicación”.

Desarrollar una ciudad inteligente que respete los derechos requiere de la participación activa de la sociedad, desde las etapas iniciales de planificación hasta la implementación del proyecto. Los mecanismos que permiten a los ciudadanos manifestar sus preocupaciones y dar retroalimentación podrían hacer bastante por construir la confianza y alentar la participación cívica más adelante. La educación y los programas de capacitación debieran también implementarse durante la etapa de planificación, para así ayudar a los ciudadanos a entender cómo usar la tecnología que les rodea, así como el modo en que beneficiará su vida cotidiana.

Las ciudades inteligentes pueden crear nuevas vías para la participación en los procesos democráticos, por ejemplo mediante el voto electrónico. Sus partidarios subrayan los beneficios como “resultados más rápidos, reducción de costos y accesibilidad remota, lo que podría potencialmente incrementar la participación electoral”. Pero tienden a “subestimar los riesgos tales como el fraude electoral, las violaciones de la seguridad, problemas de verificación, y errores y fallos de software”. Si bien las ciudades inteligentes giran en torno a la formulación de políticas focalizadas en la tecnología, los retos que las comunidades urbanas experimentan requieren de soluciones estructurales en las cuales la tecnología apenas es uno de los componentes.

Distrito comercial empresarial de Nairobi, Kenia. Algunas ciudades inteligentes, como Nairobi, fueron levantadas sobre la infraestructura ya existente de las ciudades. Crédito de la fotografía: USAID East Africa Trade and Investment Hub.
Distrito comercial empresarial de Nairobi, Kenia. Algunas ciudades inteligentes, como Nairobi, fueron levantadas sobre la infraestructura ya existente de las ciudades. Crédito de la fotografía: USAID East Africa Trade and Investment Hub.

La tecnología de las ciudades inteligentes podía tener como resultado una mayor privatización de la infraestructura gubernamental, lo que en última instancia “desplaza[ría] los servicios públicos, reemplaza[ría] la democracia con la toma de decisiones corporativa, y permiti[ría] que las agencias gubernamentales evadan las protecciones constitucionales y las leyes de rendición de cuentas a favor de la recolección de más datos”. En algunos casos, las autoridades que se dedican a conseguir contratos para las tecnologías de ciudad inteligente se han negado a revelar información acerca de las negociaciones, o evadido por completo los procedimientos estándares de compras públicas.

Así, las normas de privacidad, las regulaciones de protección de datos y los sistemas de debido proceso son todos componentes vitales de una ciudad inteligente que realmente beneficie a la ciudadanía. Una sólida infraestructura legal puede también proporcionar a los ciudadanos un recurso en caso de discriminación o abuso, incluso antes ser una ciudad inteligente. En India, “el impulso hacia las ciudades inteligentes detonó el lanzamiento de la gente de los barrios bajos y los asentamientos informales sin que se diera una compensación adecuada con un alojamiento alternativo”. Sucede con demasiada frecuencia que ciudades que se llaman a sí mismas “inclusivas”, benefician fundamentalmente a la elite y no logran abordar las necesidades de mujeres, niños, migrantes, minorías, personas con discapacidades, de los que operan en la economía informal, los grupos de bajos ingresos o de personas con bajos niveles de conocimientos digitales. Dada la variación en las normas legales entre países, los marcos de los derechos humanos podrían ayudar a informar la implementación equitativa de las ciudades inteligentes, para así asegurar que beneficien al conjunto de la sociedad, las comunidades vulnerables inclusive. La sociedad civil y los gobiernos debieran tener en cuenta 1) si la tecnología es apropiada para el objetivo y si alcanza su meta, 2) si la tecnología es necesaria en la medida en que no excede su fin y no hay otra forma de alcanzar la meta, y 3) si la tecnología es proporcional, lo que quiere decir que los problemas o inconvenientes no superarán los beneficios del resultado.

Inicio

Oportunidades

Las ciudades inteligentes pueden tener una serie de impactos positivos cuando se las usa para promover la democracia, los derechos humanos y la buena gobernanza.

Sostenibilidad medioambiental

Según la OCDE, las ciudades modernas usan casi las dos terceras partes de la energía mundial, producen hasta el 80% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y generan el 50% de los desperdicios mundiales. Las ciudades inteligentes pueden contribuir al Objetivo de Desarrollo Sostenible 11 de hacer que las ciudades y asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles aprovechando los datos para mejorar la eficiencia económica y la distribución energética, reduciendo así en última instancia la huella de carbono de la ciudad e introduciendo nuevas oportunidades de energías renovables. Las ciudades inteligentes a menudo están vinculadas a prácticas económicas circulares, las cuales incluyen el “supraciclaje” del agua de lluvia, materiales de desecho y hasta datos públicos abiertos (véase más adelante). Además, las tecnologías de ciudades inteligentes pueden aprovecharse para ayudar a prevenir la pérdida de biodiversidad y de hábitats naturales.

Preparación para los desastres

Las ciudades inteligentes pueden ayudar a mejorar la preparación para los desastres, su mitigación, respuesta y recuperación. La recolección y análisis de los datos pueden aplicarse al monitoreo de amenazas ambientales, y los sensores remotos pueden mapear los peligros. Por ejemplo, los datos abiertos y la inteligencia artificial pueden usarse para identificar las áreas que es más probable que sean las más duramente golpeadas por los terremotos. Los sistemas de alerta temprana, los sistemas de alerta de los medios sociales, GIS y los sistemas móviles podrían también contribuir a la gestión de desastres. Un problema importante durante los desastres naturales es la pérdida de las comunicaciones; en una ciudad inteligente, los sistemas interconectados pueden compartir información acerca de qué zonas necesitarán ayuda o reabastecimiento cuando los canales individuales de comunicación colapsen.

Inclusión social

Las ciudades inteligentes pueden facilitar la inclusión social en formas importantes: mediante un acceso rápido y seguro a la internet; con mejoras en el acceso al gobierno y a los servicios sociales; con vías para el input y la participación ciudadanos; con mejoras en el transporte y la movilidad urbana; etc. Por ejemplo, las ciudades inteligentes pueden establecer una red de puntos de acceso urbanos en donde los residentes pueden acceder a capacitación en habilidades digitales, en tanto que la digitalización de los servicios de salud podría mejorar las oportunidades del cuidado de salud y ayudar a los pacientes a conectarse con su historial médico. Las ciudades podrían incluso mejorar los servicios para los grupos vulnerables aprovechando responsablemente los conjuntos de datos sensibles para mejorar su comprensión de las necesidades de estos ciudadanos; sin embargo, dichos datos deben darse con pleno consentimiento, y se deben colocar unas fuertes salvaguardas de privacidad y seguridad. Las tecnologías de las ciudades inteligentes podrían asimismo emplearse para conservar el patrimonio cultural.

Compartir conocimientos e información abierta

Un enfoque abierto de los datos captados por las terminologías inteligentes podría acercar más al gobierno, las empresas y la sociedad civil. Los datos públicos o abiertos —a diferencia de los sensibles datos privados— son aquellos a los que todos pueden acceder, usar y compartir. Un enfoque de acceso abierto para los datos significa permitir al público tener acceso a estos tipos de datos públicos y reutilizables para que aprovechen por sí mismos los beneficios económicos y sociales. Este enfoque podría asimismo brindar transparencia y reforzar la rendición de cuentas y la confianza entre la ciudadanía y el gobierno, por ejemplo al mostrar el uso dado a los fondos públicos. Además de los datos abiertos, el diseño del software que subyace a la infraestructura de una ciudad inteligente puede compartirse con el público a través de un diseño de código abierto y estándar abierto. Código abierto se refiere a una tecnología cuyo código fuente está libremente disponible para el público, de modo tal que cualquiera puede revisarlo, replicarlo, modificarlo o extenderlo. Los estándares abiertos son directrices que ayudan a asegurar que la tecnología sea diseñada ante todo para ser de código abierto.

Participación ciudadana

Las ciudades inteligentes pueden alentar a la ciudadanía a tomar parte de modo más activo en sus comunidades y su gobernanza, al facilitar oportunidades de voluntariado y de compromiso con la comunidad, así como solicitando retroalimentación acerca de la calidad de los servicios y la infraestructura. Conocidas a veces como “e-participación”, las herramientas digitales pueden reducir las barreras entre los ciudadanos y la toma de decisiones, facilitando así su participación en el diseño de leyes y estándares, en la elección de iniciativas urbanas, etc. Las Naciones Unidas han identificado tres pasos en la -participación: e-información, e-consulta y e-toma de decisiones.

Inicio

Riesgos

El uso de tecnologías emergentes podría también crear riesgos en la programación de la sociedad civil. Esta sección describe cómo distinguir los posibles peligros asociados con las ciudades inteligentes en el trabajo de DRG, así como de qué modo mitigar las consecuencias involuntarias y voluntarias.

Vigilancia y participación forzada

Como ya se indicó, las ciudades inteligentes a menudo dependen de cierto grado de vigilancia ciudadana, a cuyas desventajas usualmente se les resta importancia en las campañas de marketing. Un proyecto planeado de ciudad inteligente en Toronto, Canadá, al que se publicitaba como una herramienta con la cual abordar los problemas de asequibilidad y transporte de la ciudad, fue finalmente arruinado por la pandemia de COVID-19 y un escrutinio significativo de la privacidad y el recojo de datos.

En muchos países las personas deben dar su consentimiento informado para que sus datos sean legalmente recogidos, guardados y analizados. Incluso cuando los usuarios optan por darlos a ciegas a una página web o app, hay al menos una opción clara para dejar de hacerlo. Pero en los espacios públicos no hay una forma directa para que la gente decida retirar su consentimiento. ¿Los ciudadanos han consentido a ser vigilados cuando cruzan la calle? ¿Han sido informados de cómo se usarán los datos recogidos acerca de sus movimientos y comportamientos? En las democracias hay oportunidades para presentar un recurso en caso los datos personales recogidos a través de la vigilancia sean mal utilizados, pero en los entornos más autoritarios esto podría no ser así. En China, por ejemplo, el uso de millones de cámaras de vigilancia que reconocen rostros, las formas de los cuerpos y cómo es que la gente camina facilitan el rastreo de las personas para sofocar el disenso.

La discriminación a veces queda facilitada gracias a la tecnología de vigilancia y reconocimiento facial de una ciudad inteligente. La infraestructura de estas ciudades puede dar a las agencias policiales y de seguridad la capacidad de rastrear y poner la mira en ciertos grupos, tales como las minorías étnicas o raciales. Esto sucede en las sociedades democráticas tanto como en las no democráticas. Un estudio de 2019 efectuado por el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de los EE.UU., halló que los algoritmos de reconocimiento facial tienen un pobre desempeño cuando examinan los rostros de mujeres, personas de color, ancianos y niños. Esto resulta particularmente preocupante considerando que muchos departamentos policiales emplean dicha tecnología para identificar sospechosos y efectuar arrestos. Además del reconocimiento facial se usa también la analítica de datos para anticipar posibles lugares de un futuro delito (una práctica a la que se conoce como policía predictiva). Una típica respuesta a este análisis es el incremento en la vigilancia de zonas de “alto riesgo”, las cuales usualmente son barrios con comunidades de menores ingresos y de minorías.

Manejo no ético de los datos y libertad de expresión

El volumen de datos compartidos va creciendo a medida que una ciudad va quedando más conectada digitalmente. Por ejemplo, un usuario de teléfono inteligente podría usar los datos de geoubicación y otros metadatos más con múltiples aplicaciones, las cuales a su vez podrían compartir los datos con otros servicios. Y sin embargo, a medida que las ciudades agregan y procesan los datos acerca de los vecinos, las expectativas de privacidad en la vida cotidiana de la gente van colapsando. La recolección de ciertos tipos de datos, como la información acerca de a dónde ha ido en su carro, o qué tan rápido usualmente maneja, podrían parecer inocuos. Pero cuando se les combina con otros datos se establecen rápidamente patrones que podrían revelar información más sensible acerca de su salud y sus hábitos, su familia y sus redes, la composición de su hogar o sus prácticas religiosas.

La información personal es valiosa para las compañías, y muchas de ellas prueban su tecnología en países con las menores restricciones a los datos. En manos de compañías privadas, los datos pueden ser explotados para focalizar la publicidad, calibrar los costos de los seguros, etc. Hay también riesgos cuando los datos son recogidos por terceros (compañías extranjeras en particular) que podrían encerrar a los usuarios en sus servicios, no compartir información acerca de los fallos de seguridad, tener mecanismos inadecuados de protección de datos, o que mantienen acuerdos de compartirlos con otros gobiernos. Estos últimos también se benefician con el accesso a los datos íntimos de sus ciudadanos: “[L]a información personal recogida como parte de una encuesta de salud podría ser reutilizada por un cliente, digamos un partido político desesperado por ganar una elección”. Según el innovador social y empresario ghanés Bright Simmons, “la lucha por la protección de los datos y los derechos digitales es la nueva lucha por los derechos civiles en el continente”.

Empeoramiento de la desigualdad y marginación

En muchos casos los teléfonos inteligentes y las apps contenidas en ellos facilitan el acceso a los beneficios plenos de una ciudad inteligente. Para 2019, un estimado de cinco billones de personas tenían un dispositivo móvil, y más de la mitad de ellos eran teléfonos inteligentes. Pero estas cifras varían entre los países avanzados y los que están en vías de desarrollo, así como entre comunidades o grupos de una economía dada, potencialmente generando desigualdad en el acceso a los servicios y la participación cívica. Los ciudadanos con menos conocimientos alfabéticos y habilidades de numerismo, o que no hablan la lengua usada por una aplicación, tendrán más dificultades conectándose a través de estas interfaces. La dependencia de apps también aliena a las poblaciones sin hogar, que no podrían cargar sus dispositivos con regularidad, o correrían mayor riesgo de que sus aparatos les sean robados.

El término “brecha digital” por lo general se refiere a la brecha entre las personas que tienen acceso y familiaridad con la tecnología de alta calidad y tecnología segura, y las que no lo tienen. Las ciudades inteligentes a menudo son criticadas por haber sido diseñadas para la elite y privilegiar a quienes ya se encuentran conectados digitalmente. De ser este el caso, dichas ciudades sólo podrían exacerbar la gentrificación y el desplazamiento de quienes no tienen vivienda.

El uso de la vigilancia en las ciudades inteligentes podría también usarse para reprimir a las minorías. Bastante se ha reportado acerca de la vigilancia gubernamental de la población musulmana china de los uigures de Sinkiang.

“Combina los datos —desde los tipos sanguíneos y la altura de las personas, a información acerca de su uso de electricidad y entrega de paquetes— y alerta a las autoridades cuando considera que algo o alguien es sospechoso. Forma parte de la Plataforma Integrada de Operaciones Conjuntas (PIOC), el sistema principal de vigilancia masiva en Sinkiang”.AS SEGÚN FUERA DESCRITO POR HUMAN RIGHTS WATCH

Despotismo de los datos y fallos en la automatización

Se ha acusado a las ciudades inteligentes del “despotismo de los datos.” Si los gobiernos de ciudades pueden acceder a tantos datos acerca de sus ciudadanos, ¿entonces para qué molestarse en hablar con ellos directamente? Debido a posibles discriminaciones algorítmicas, fallos en el análisis e interpretación de datos, o ineficiencias entre la tecnología y los humanos, la dependencia excesiva de la tecnología podría dañar a los más vulnerables de una sociedad.

Se cuenta también con mucha literatura acerca del “Estado de bienestar digital”. Philip Alston, el ex relator especial de las Naciones Unidas para la pobreza extrema y los derechos humanos, ha observado que las nuevas tecnologías digitales están cambiando la relación entre los gobiernos y los más necesitados de protección social: “Las decisiones cruciales de pasar a lo digital han sido tomadas por ministros de gobierno sin consultar, o incluso por funcionarios de departamentos sin que ninguna discusión política significativa tuviese lugar”.

Cuando los servicios humanos básicos sean automatizados y los operarios humanos hayan sido retirados, los problemas de software y pequeños fallos en los sistemas de elegibilidad podrían ser peligrosos y hasta fatales. En la India, en donde muchos servicios de bienestar social y servicios sociales fueron automatizados, un hombre de 50 años falleció de desnutrición debido a un problema con su identificador biométrico de la huella digital, lo que le impidió acceder a una tienda de raciones. “Las decisiones acerca de usted fueron tomadas por un servidor centralizado, y usted ni siquiera sabe qué ha salido mal… La gente no sabe por qué [el apoyo de bienestar social] se ha detenido y tampoco sabe a quién dirigirse para resolver el problema”, explicó Reetika Khera, un profesor asociado de economía en el Indian Institute of Management Ahmedabad.

Estos procesos automatizados asimismo crean nuevas oportunidades para la corrupción. Beneficios tales como las pensiones y salarios, que están ligados al sistema de ID digital de la India (llamado Aadhaar), a menudo se retrasan o no llegan en absoluto. Cuando una mujer de 70 años descubrió que su pensión estaba siendo enviada a la cuenta bancaria de otra persona, el gobierno le dijo que resolviera la situación hablando directamente con dicha persona.

Empeoramiento de los desplazamientos

Al igual que otros proyectos urbanos, el desarrollo de las ciudades inteligentes puede desplazar a los residentes, a medida que los barrios existentes son demolidos para levantar nuevas edificaciones. Se calcula que alrededor del 60% a 80% de la población mundial desplazada forzosamente vive en áreas urbanas (y no en campamentos, como muchos creerían), y que un billón de personas (cifra ésta que se espera se duplique para 2030) en las ciudades en vías de desarrollo viven en zonas de barrios bajos, a las que la ONU define como áreas sin acceso a mejor agua, instalaciones de saneamiento, seguridad, viviendas duraderas y suficiente superficie habitable. En otras palabras, las áreas urbanas son el hogar de grandes poblaciones de los más vulnerables de la sociedad, lo que incluye a las personas desplazadas internamente así como a migrantes que no se benefician de las mismas protecciones legales que los ciudadanos. Las ciudades inteligentes podrán parecer una solución ideal para los desafíos urbanos, pero corren el riesgo de perjudicar aún más a estos grupos vulnerables, y no olvidemos que ellas descuidan por completo las necesidades de las poblaciones rurales.

“Corporatización”: el dominio del sector privado

Las ciudades inteligentes constituyen una enorme oportunidad para el sector privado, desatando los temores de la “corporatización de la gobernanza de la ciudad”. Las grandes compañías de TI, las telecomunicaciones y de manejo de energía como Huawei, Alibaba, Tencent, Baidu, Cisco, Google, Schneider Electric, IBM y Microsoft son las fuerzas impulsoras detrás de la tecnología de las iniciativas de ciudades inteligentes. Como explicara: Sara Degli-Esposti, una research fellow honoraria de la Universidad de Coventry: “No podemos entender las ciudades inteligentes sin hablar de los modelos empresariales de los gigantes digitales… Estas corporaciones ya son entidades globales que escapan en gran medida a la supervisión gubernamental. ¿Qué nivel de control esperan los gobiernos locales ejercer sobre estos jugadores?”.

El papel importante otorgado de este modo a las compañías privadas internacionales en la gobernanza municipal plantea problemas de seguridad para los gobiernos, conjuntamente con las preocupaciones de privacidad de los ciudadanos ya indicadas. Además, la dependencia del software y los sistemas del sector privado podría crear una condición de dependencia del proveedor (cuando se hace demasiado costoso pasarse a otro proveedor). Esta dependencia podría empeorar con el paso del tiempo: a medida que más servicios son añadidos a la red, el costo de pasarse a un nuevo sistema se hace aún más prohibitivo.

Riesgos de seguridad

Conectar los dispositivos a través de una red eléctrica inteligente o de la Internet de la cosas trae consigo serias vulnerabilidades de seguridad para las personas y la infraestructura. Las redes conectadas tienen más puntos de vulnerabilidad y son susceptibles al hackeo y los ciberataques. A medida que los sistemas inteligentes recogen más datos personales acerca de los usuarios (como los historiales médicos), hay un riesgo cada vez mayor de que unos actores no autorizados consigan acceder a esta información. La comodidad de un wi-fi público y abierto también tiene un costo puesto que es mucho menos seguro que las redes privadas. La IdC ha sido ampliamente criticada por su falta de seguridad, debido en parte a su novedad y falta de regulación. Los dispositivos conectados por lo general son fabricados para que sean baratos y accesibles, y que la ciberseguridad no sea la preocupación más grande.

Cuanto más estrechamente vinculada esté la infraestructura, tanto más rápidos y de mayor alcance serán los ataques. La infraestructura vinculada digitalmente como pequeñas redes incrementa los riesgos de ciberseguridad debido al número más grande de operadores y terceros conectados a la red, lo que multiplica las consideraciones de gestión de riesgo de la cadena de suministros. Según Anjos Nijk, director de la Red Europea de Ciberseguridad: “Con la actual velocidad de digitalización de los sistemas de las redes eléctricas… y la velocidad con que nuevos sistemas y tecnologías se conectan a ellas, como la medición inteligente, los vehículos eléctricos que cargan y la IdC, estas redes se han vuelto vulnerables y la ‘superficie de ataque’ se expande rápidamente”. Dañar una parte de un gran sistema interconectado podría producir un efecto de cascada sobre otros sistemas, lo que potencialmente tendría como resultado apagones a gran escala o la desactivación de la crucial infraestructura de salud y transporte. Las redes eléctricas pueden ser abatidas por los hackers, tal como la experimentara la de Ucrania en el ciberataque de diciembre de 2015.

Inicio

Preguntas

Hágase estas preguntas si está intentando entender las implicaciones que las ciudades inteligentes tienen en su entorno laboral, o si está considerando cómo usar algunos aspectos de ella como parte de su programación de DRG:

  1. ¿El servicio en cuestión tiene que ser digital o estar conectado a la red? ¿La digitalización mejorará este servicio para los ciudadanos, y acaso la mejora esperada pesa más que los riesgos?
  2. ¿Se cuenta con programas para asegurar que las necesidades fundamentales de los ciudadanos están siendo satisfechas (acceso a comida, seguridad, vivienda, sustento, educación)?
  3. ¿Qué actores externos tienen el control o acceso a aspectos cruciales de la tecnología y la infraestructura de la que este proyecto dependerá, y con qué medidas de ciberseguridad se cuenta?
  4. ¿Quién construirá y mantendrá la infraestructura y los datos? ¿Hay el riesgo de quedar dependiendo de ciertas tecnologías o de acuerdos con los proveedores de los servicios?
  5. ¿Quién tiene acceso a los datos recogidos y cómo están éstos siendo interpretados, usados y almacenados? ¿Qué actores externos tienen acceso a ellos? ¿Los datos están disponibles para su reutilización legal y segura por parte del público? ¿Cómo están los datos abiertos siendo reutilizados o compartidos públicamente?
  6. ¿Cómo respetarán los servicios de la ciudad inteligente a la privacidad de los ciudadanos? ¿Cómo se obtendrá su consentimiento cuando utilicen servicios que capten datos acerca de ellos mismos? ¿Pueden optar por dejar de compartir esta información? ¿Qué protecciones legales están vigentes en torno a la protección y la privacidad de los datos?
  7. ¿Los servicios inteligentes son transparentes y responsables? ¿Los investigadores y la sociedad civil tienen acceso al funcionamiento “detrás de cámaras” de estos servicios (datos, código, API, algoritmos, etc.)?
  8. ¿Qué medidas se han dispuesto para abordar los sesgos en estos servicios? ¿Cómo asegura este servicio que no exacerbará las barreras socioeconómicas y las desigualdades ya existentes? ¿Qué programas y medidas se han establecido para promover la inclusión?
  9. ¿Cómo respetan y preservan estos desarrollos los sitios y barrios históricos? ¿Cómo se adaptarán los cambios a las identidades culturales locales?

Inicio

Estudios de caso

Barcelona, España

Barcelona a menudo es llamada la mejor práctica de una ciudad inteligente debido a su vigoroso diseño democrático impulsado por la ciudadanía. Su infraestructura de ciudad inteligente consta de tres componentes primarios: Sentilo, una plataforma de recolección de datos de código abierto; CityOS, un sistema para procesar y analizar los datos recolectados; e interfaces de usuario que permiten a los ciudadanos acceder a los datos. Este diseño de código abierto mitiga el riesgo de la dependencia de una empresa y permite que la ciudadanía conserve la propiedad colectiva de sus datos, así como dar input sobre cómo se les procesa. Decidim (“Nosotros decidimos”), una plataforma participativa digital, permite la participación ciudadana en el gobierno mediante la sugerencia y debate de ideas. Barcelona también ha implantado iniciativas de democracia digital y proyecta mejorar el alfabetismo digital de sus ciudadanos. En 2018 Francesca Bria la comisionada de tecnología e innovación digital de Barcelona, comentó la reversión del paradigma de ciudad inteligente: “En lugar de comenzar con la tecnología y extraer todos los datos que podamos antes de pensar cómo utilizarlos, comenzamos alineando la agenda tecnológica con la agenda de la ciudad”.

Belgrade, Serbia

A partir de 2019, el gobierno serbio comenzó a implementar un proyecto de Ciudad segura en la ciudad capital de Belgrado. La instalación de 1,200 cámaras de vigilancia inteligentes, proporcionadas por el gigante tecnológico chino Huawei, lanzó una señal de alerta entre el público, la sociedad civil y hasta algunas de las instituciones de la Unión Europea. El comisionado serbio de información de importancia pública y la protección de los datos personales fue uno de los primeros en hacer sonar la alarma, afirmando que “no hay base legal alguna para la implementación del proyecto Ciudad Segura”, y que para abordar la tecnología de reconocimiento facial y el procesamiento de los datos biométricos sería necesario contar con nuevas leyes. Tal como Danilo Krivokapić, director de la Fundación SHARE, una organización de derechos digitales con sede en Belgrado, observara, “El público no fue informado del ámbito técnico o precio del sistema, las necesidades específicas que buscaba abordar, o las salvaguardas que serían necesarias para mitigar los posibles riesgos para los derechos humanos”. En un esfuerzo por mejorar la transparencia del proyecto, la Fundación SHARE desarrolló un mapa colaborativo que mostraba ubicaciones verificadas de cámaras y sus características técnicas, lo que terminó difiriendo sustancialmente de una lista de ubicaciones proporcionada por los funcionarios. Dos años después del lanzamiento del proyecto de Ciudad Segura en Belgrado, un grupo de MEP le dirigió una carta al ministro del interior del Parlamento Europeo para manifestar su preocupación de que Belgrado se convirtiera en “la primera ciudad de Europa en tener la inmensa mayoría de su territorio cubierto por técnicas de vigilancia masiva”.

Konza, Kenia

La Ciudad Tecnológica de Konza, el emblema de Visión 2030, el plan de desarrollo económico de Kenia, promete ser una “ciudad de clase mundial, propulsada por un floreciente sector de tecnologías de la información y la comunicación (TIC), infraestructura superior confiable, y sistemas de gobernanza favorable a las empresas”. Los planes para la ciudad incluyen la recolección de datos con dispositivos inteligentes y sensores insertados en el entorno urbano para informar el suministro de servicios mejorados digitalmente. Según la página web oficial de Konza, la población de la ciudad tendrá acceso directo a los datos recolectados (como mapas de tráfico, advertencias de emergencias e información acerca del consumo energético y de agua), lo que permitirá a la ciudadanía “participar directamente en las operaciones de la ciudad, practicar patrones de vida más sostenibles, y mejorar la inclusividad general”. Entre el anuncio de los planes para el desarrollo de Konza en 2008 y el viaje de un periodista a la ciudad en 2021, es poco el avance que parece haberse realizado no obstante las pretensiones de que la ciudad habría creado 100,000 puestos de trabajo para 2020, y generado $1 billón al año para la economía keniana. Y sin embargo, las inversiones realizadas por Corea del Sur podrían haberle insuflado nueva vida al proyecto en 2023, puesto que nuevos proyectos estaban listos para realizarse, entre ellos el desarrollo de un sistema inteligente de transporte (SIT) y un centro de control integrado.

Neom, Arabia Saudita

En 2021, el príncipe heredero saudita Mohamed bin Salmán reveló los planes iniciales para The Line, una ciudad lineal futurista que sería construida verticalmente, no tendría pistas ni autos y funcionaría sólo con energía renovable. The Line forma parte del proyecto de megaciudad Neom de $500 billones, el cual ha sido descrito no sólo como una ciudad “inteligente” sino también como una “cognitiva”. Esta ciudad cognitiva se alza sobre tres pilares: “la capacidad de ciudadanos y empresas para conectarse digitalmente a cosas físicas; la capacidad de poder procesar o analizar estas cosas; y la capacidad para contextualizar, usando dicha conectividad para propulsar nuevas decisiones”. La documentación de planificación preparada por consultores de los EE.UU. incluía algunas tecnologías que ni siquiera existen aún, como taxis voladores, la “siembra de nubes” para producir lluvia y sirvientas robot. Además de ser algo fantástico, el proyecto fue también controversial desde su inicio. Alrededor de 20,000 personas, entre ellos miembros de la tribu indígena howeitat, enfrentaban su reubicación forzada debido a las construcciones para el proyecto; según Al Jazeera, un prominente activista howeitat fue arrestado y encarcelado en 2020 por la negativa de la tribu a ser reubicada. La preocupación también se debe al fortalecimiento de los lazos entre el príncipe heredero y Xi Jinping, el secretario general del Partido Comunista de China, quien aceptó brindarle a Arabia Saudita una poderosa tecnología de vigilancia. Marwa Fatafta, gerente de políticas en Access Now, una organización de derechos digitales con sede en Berlín, advirtió que las capacidades de la ciudad inteligente podrían ser desplegadas como una herramienta para la vigilancia invasiva por parte de los servicios de seguridad del Estado. Esto podría incluir el uso de la tecnología de reconocimiento facial para rastrear los movimientos en tiempo real y vincular esta información con otros conjuntos de datos, como la información biométrica. Arabia Saudita tiene un historial demostrado del uso de la tecnología para reprimir las opiniones en línea, lo que incluye el uso del spyware Pegasus para monitorear a los críticos y el robo de los datos personales de usuarios de Twitter que criticaron al gobierno.

Singapur

La iniciativa Smart Nation de Singapur fue lanzada en 2014 para combinar TIC, redes y datos para desarrollar una solución para una población envejecida, la densidad urbana y la sostenibilidad energética. En 2023, Singapur fue nombrada la mejor cuidad del Asia por el índice de ciudades inteligentes del Institute for Management Development, que ordena a 141 ciudades según su uso de la tecnología para alcanzar una mejor calidad de vida. La infraestructura de ciudad inteligente de Singapur incluye vehículos autónomos; robots patrulleros programados para detectar comportamientos “indeseables”; sistemas de gestión de servicios domésticos; robots que trabajan en construcción, bibliotecas, estaciones del metro, cafeterías y en la industria médica; sistemas de pago sin efectivo; y servicios de realidad aumentada y real. Cientos de aparatos, sensores y cámaras esparcidos a lo largo de 160 kilómetros de autopistas y túneles (a los que se conoce colectivamente como el Sistema Inteligente de Transporte o SIT) reúnen datos para monitorear y manejar los flujos de tráfico y hacer que las pistas sean más seguras. La iniciativa de e-salud de Singapur incluye un portal en línea que permite a los pacientes reservar citas y renovar recetas, servicios de telemedicina que permiten a los pacientes consultar a los médicos en línea, y dispositivos de IdC vestibles que monitorean el avance de los pacientes durante la telerehabiitación. En un país en donde se calcula que el 90% de la población tiene un teléfono inteligente, la app Smart Nation de Singapur es una plataforma de una sola parada en donde se puede acceder a una amplia gama de servicios e información del gobierno.

Toronto, Canadá

En 2017, Toronto le otorgó un contrato a Sidewalk Labs, una subsidiaria de ciudad inteligente de Alphabet, la compañía matriz de Google, para que convirtiera el litoral oriental de la ciudad en una utopía de alta tecnología. El proyecto buscaba promover un nuevo modelo de desarrollo inclusivo que se “esforzará por alcanzar los más altos niveles de sostenibilidad, oportunidad económica, asequibilidad de las viviendas y una nueva movilidad”, y que además sirviera como un modelo para la resolución de los problemas urbanos en ciudades de todo el mundo. Sidewalk Labs planeaba levantar viviendas sostenibles, construir nuevos tipos de carreteras para vehículos autónomos, y usar sensores para recoger datos e informar el uso de energía, ayudar a detener la contaminación y disminuir el tráfico. Sin embargo, el proyecto enfrentó constantes críticas de los habitantes de la ciudad e incluso del comisionado de información y privacidad de Ontario, debido a la forma en que la compañía enfocaba la privacidad y la propiedad intelectual. Un experto en privacidad dejó su papel consultor en la iniciativa para “enviar una fuerte declaración” acerca de las cuestiones de privacidad que el proyecto enfrentaba, luego de enterarse de que terceros podrían tener acceso a información identificable reunida en el distrito del litoral. El proyecto fue finalmente abandonado en 2022, supuestamente debido a la incertidumbre económica sin precedentes provocada por la pandemia de COVID-19.

Inicio

Referencias

A continuación encontrará los trabajos citados en este recurso.

Recursos adicionales

Inicio

Categories

Digital Development in the time of COVID-19